La carencia de una visión prospectiva de los escenarios futuros (clave para la elaboración de estrategias preventivas) y la falta de coordinación entre los distintos sectores de Gobierno (a nivel ministerial); estos tres factores claves dificultan una correcta elaboración y gestión de los recursos presupuestados.
La falta de datos actualizados concretos y sus tendencias estadísticas es una constante que limita la visión centralizada de los necesarios programas de gestión en el campo de la salud; muchas veces, esto impacta con en la construcción de los presupuestos de gestión dentro de los organismos ministeriales.
La falta de información está directamente asociada a la falta de desarrollo de las tecnologías aplicadas a la administración de datos (data mining). Esta información suele ser provista de áreas centralizadas en forma acotada y a veces, no acorde a las necesidades y no desde la propia necesidad del área para su instrumentación.
Estas tecnologías deberían ser definidas desde cada uno de los organismos del Estado, conforme las características de sus acciones, es decir, salir de la centralidad para buscar la descentralización operativa de campo (sin producir una anarquía en la administración centralizada de la contabilidad pública).
La estrategia es el armado de un procedimiento dispuesto para la toma de decisiones y/o para accionar frente a un determinado escenario.
Lo que se busca es alcanzar uno o varios objetivos previamente definidos y consiste en la elaboración de un plan mediante el cual se busca lograr una meta o un objetivo.
Cuando hablamos de estrategia, debemos entender que la misma (su master plan) debe ser clara, comprensible e inteligible.
Los involucrados deben entender con claridad, cuál es el master plan del sector o del área comprometida (aún, si hablamos de un Ministerio) para lograr el éxito (consecución y concreción de los objetivos).
La estrategia requiere una comunicación continua, en un lenguaje sencillo, para que todos los colaboradores puedan participar y contribuir con ella.
Todo lo comentado suena sencillo y fácilmente aplicable, siempre y cuando, uno tenga en claro el escenario real que debe dar origen a ese master plan y cuál ha de ser el escenario proyectado en el mediano plazo que se debe alcanzar (este tiempo parece una quimera para la Administración Pública Presupuestaria de nuestro país).
Esto no se puede poner en práctica sin una información actualizada, confiable con el mercado objetivo (datos aproximados o proyectados estadísticamente) y permitirá tener una visión real de la situación y, por lo tanto, tomar las decisiones que generen el cumplimiento de los objetivos planteados.
Por último, la interconectividad necesaria (que se debería ver reflejada en las partidas presupuestarias asignadas a cada organismo) entre aquellos ministerios que deban actuar en forma mancomunada para lograr la eficacia de los programas de gestión.
Se trata de articular en forma conjunta acciones con un mismo objetivo, sin lo cual, sería proseguir con “parches” en la búsqueda de soluciones a las problemáticas concretas.
La Salud no es la excepción, muchas veces, necesita de la acción conjunta de varios organismos ministeriales para lograr que uno o varios programas resulten exitosos en la prevención de endemias (y aún de pandemias o epidemias). La mayoría de las veces no tienen la difusión pública necesaria de los efectos nocivos que producen en la población.
Para determinados programas preventivos de salud se produce una necesidad de interacción entre dos organismos estratégicos para el conjunto de la sociedad, que son el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat y el Ministerio de Educación.
El primero, debería coordinar la ayuda para obtener la vivienda digna a lo largo y ancho del territorio nacional (dando prioridad a aquellas áreas donde se registran casos endémicos coyunturales e históricos) y, el segundo, debería implementar programas nacionales de educación temprana (hace mucho a la prevención).
Es aquí donde se plantea la disyuntiva de centralización o descentralización de la gestión de Gobierno.
Pienso que los extremos son malos, y que la implementación mixta en muchos casos puede aportar mejores resultados, siempre y cuando, los objetivos y las acciones estén los suficientemente claros y alineados con la meta a lograr.
En un próximo artículo analizaremos más profundamente la problemática presupuestaria.