La rabia, una de las zoonosis más letales que conocemos, sigue matando a alrededor de 59 000 personas cada año, lo que representa una importante carga para los sistemas de salud pública y las economías de los países.
La pandemia de la COVID-19 y sus consecuencias a largo plazo nos han recordado que un sector por separado no puede enfrentar con eficacia las amenazas zoonóticas, dada la estrecha interconexión entre la sanidad animal, la salud humana y la del medio ambiente.
La sanidad animal repercute en nuestra propia salud: es la salud de todos. En el caso de la rabia transmitida por los perros, sólo una respuesta coordinada de todos los sectores, permitirá que se alcance el objetivo de “cero muertes” humanas.
Este año el lema del Día Mundial de la Rabia es “Una salud, cero muertes”, para reafirmar con fuerza esta meta.
Una simple mordedura basta para que un perro rabioso infecte a una persona. Los perros son responsables del 99 % de los casos de rabia humana a través de las mordeduras y los arañazos.
Es esencial limitar la exposición del hombre a la rabia, tratando la enfermedad en su fuente animal, como así también promover la vacunación contra la rabia, a gran escala, señalar la responsabilidad de los propietarios de perros y sensibilizar en torno a las soluciones disponibles, estas son acciones fundamentales que requieren un enfoque global y holístico.
Es crucial que exista una cooperación entre los profesionales de la sanidad animal y la salud humana, no sólo por el impacto positivo que dicha cooperación tiene en los medios de subsistencia y la economía de las comunidades, sino, porque sienta las bases de sistemas sanitarios más fuertes, capaces de responder a las amenazas zoonóticas.
Es esencial que el área de la salud humana implemente medidas fundamentales, entre ellas, el acceso a la atención médica humana y al tratamiento posterior a la mordedura, especialmente en las zonas rurales que generalmente tienen acceso limitado o inexistente a las campañas de educación sanitaria y donde se produce el 80 % de los casos de rabia humana.
Si bien disponemos de todas las herramientas para poner fin a la rabia transmitida por los perros, incluidas vacunas de alta calidad para perros y humanos, resulta difícil coordinar con éxito e invertir recursos suficientes en su control.
La rabia existe en dos tercios de los países del mundo, se mantiene por la situación de pobreza en las zonas endémicas.
Durante más de 4000 años, la rabia representó una plaga en casi todos los rincones del mundo y, desde siempre, no se han escatimado esfuerzos para lograr su eliminación. Aunque la rabia se haya eliminado en Europa Occidental, América del Norte, Japón, Corea del Sur y algunas regiones de América Latina, la enfermedad vírica sigue presente en grandes zonas de África y Asia.
Rara vez existen sistemas formales de vigilancia, suelen subestimarse la presencia de la enfermedad y su correspondiente carga social y económica.
La rabia es un claro ejemplo de la puesta en marcha del concepto “Una salud”, a todo nivel y de su contribución para que el mundo tenga una mejor capacidad de prevenir, predecir, detectar y brindar una mejor respuesta frente a las amenazas sanitarias, mejorando así la salud de las personas, del medio ambiente y la sanidad de los animales .
La colaboración cuatripartita “Una salud”, conformada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA, fundada como OIE), ayuda a impulsar el cambio que permita mitigar el impacto de los grandes desafíos sanitarios mundiales, actuales y futuros.
El foro ¨Unidos contra la Rabia¨ creado en al año 2020, reúne a gobiernos, productores de vacunas, investigadores, ONG y socios del desarrollo con el objetivo de acelerar e implementar un enfoque de “Una salud” para el control de la rabia.
La rabia es una enfermedad viral que afecta el sistema nervioso central de los mamíferos (perros, gatos, zorros, etc.), entre ellos, el hombre.
El virus de la rabia se encuentra sobre todo en la saliva y el cerebro de los animales infectados, en particular de los perros, y se transmite por una mordedura. Los murciélagos también representan un importante reservorio en ciertas regiones.
Una gran presencia de la enfermedad en las especies silvestres puede crear múltiples oportunidades para una transmisión cruzada entre las mismas, afectando en especial a los animales domésticos y a los seres humanos.
Aunque es posible que al principio los síntomas no sean específicos, incluyen: letargo, fiebre, vómitos y anorexia. En cuestión de días, los signos evolucionan hacia una disfunción cerebral, ataxia, debilidad y parálisis, dificultades para respirar y tragar, salivación excesiva, comportamiento anormal, agresividad y/o automutilación.
El periodo de incubación puede oscilar entre algunas semanas y meses, pero, una vez que aparecen los síntomas de la rabia, es inevitable que la enfermedad sea mortal, tanto en los animales como en los seres humanos.
La mayoría de las muertes por rabia, tanto en seres humanos como en animales, se debe a un acceso inadecuado a los recursos de la salud pública y a los tratamientos preventivos, haciendo que los países de bajos ingresos se vean afectados de manera desproporcionada por la enfermedad.
A diferencia de muchas otras enfermedades, ya existen las herramientas adecuadas para eliminar la rabia transmitida por los perros. La vacuna antirrábica para perros tiene la capacidad de eliminar con eficacia la enfermedad en su origen animal.
La implementación de planes para el control de la rabia transmitida por perros incluye las siguientes medidas:
- Vigilancia y notificación: para hacer un seguimiento de las tendencias de la enfermedad y detectar posibles nuevos casos.
- Campañas de vacunación masiva: para atacar la enfermedad en su origen animal. La vacunación de al menos el 70 % de los perros en las zonas de riesgo. puede reducir a cero los casos en seres humanos.
- Control eficaz de las poblaciones de perros: para lograr una población canina inmune o libre de rabia, garantizando el bienestar animal.
- Campañas de sensibilización y educación al público: para mejorar la comprensión de los riesgos relacionados con la rabia y la forma de prevenirlos.
Estas medidas necesitan implementarse junto con el acceso de las personas a la atención médica y los tratamientos tras las mordeduras.
El objetivo es eliminar en el 2030 la rabia transmitida por perros. Para alcanzar esta meta, es necesario que los países afectados adopten una estrategia eficaz para hacer frente a la enfermedad.
La vacunación de al menos el 70 % de los perros en zonas de riesgo puede reducir a cero los casos de rabia en los seres humanos.