Éste acontecimiento inesperado impactó fuertemente en el sector de la salud, el cual en su momento más crítico se vio altamente desbordado.
En tal estado de urgencia sanitaria, la arquitectura tuvo que brindar de forma inmediata soluciones para la atención de una gran población de pacientes infectados, y en tiempo récord proveer de respuestas sobre varios aspectos.
Revisar la ¨espacialidad¨ de los centros de salud, trabajar en áreas que anteriormente funcionaban para atención estándar a fin de adaptarlas al cuidado de pacientes críticos, dividir las áreas ( halles) a fin de separar a las personas febriles del resto de los pacientes, realizar en forma urgente plateas de hormigón en zonas despejadas y ventiladas para colocar módulos sanitarios de testeo y atención.
Con el fin de resguardar tanto al personal de la salud como a los pacientes, el trabajo a abordar debía estar basado en requisitos fundamentales: crear las condiciones que faciliten el distanciamiento social preventivo, la correcta ventilación y la higiene de los ambientes.
Los espacios de uso “público” dentro de los centros sanitarios, tales como las salas de ingreso, halles de espera y pasillos que inter-comunican todo el edificio, los sectores de cafeterías, áreas exteriores y estacionamientos sufrieron modificaciones.
Dicha organización edilicia a primera vista muestra una impronta fuertemente corporativa, siendo esta la primera impresión que tiene el paciente y sus familiares al acceder al establecimiento sanitario.
El SARS-CoV-2 cambió radicalmente la distribución y control de los espacios intra hospitalarios de un día para el otro. Ello se aprecia si pensamos en el concepto de Humanización manejado en la práctica médica pre-pandemia en la atención de los pacientes.
Ello implicó la disminución de camas basándose en la idea de que el individuo debía recuperarse en la tranquilidad de su hogar, priorizando el contacto estrecho con el personal administrativo, sanitario, y con el resto de los pacientes. Brindando la contención necesaria que facilite o favorezca la pronta curación de los pacientes, en una situación crítica.
En la pandemia, tal concepto de “humanización” se tuvo que dejar a un lado debido a la situación de emergencia, trabajando en el sentido contrario, es decir en el aislamiento de los pacientes.
Una de las estrategias fue la ¨colocación de mamparas de vidrio o acrílico¨ para impedir el contacto directo del paciente con el personal hospitalario.
Hubo que ¨restringir la libre circulación del público¨ a fin de evitar el amontonamiento, estableciendo de forma diferenciada una entrada para los pacientes febriles y otra entrada para el resto. De igual forma sucedió en los pasillos y vestuarios internos donde circulaba el personal de salud, a fin de impedir la propagación interna del virus.
El ¨video llamado¨ también sirvió como reemplazo de la visita médica tradicional además de hacer frente al temor general de asistir a los centros médicos.
El coronavirus obligó a repensar la arquitectura hospitalaria, debiendo estar preparada para afrontar de manera inmediata situaciones límite, como catástrofes o brotes de pandemias que puedan acaecer en un futuro próximo. Previniendo todo tipo de demandas e inconvenientes posibles que se presenten, dejando abiertos muchos frentes para trabajar en conjunto.
Uno de ellos es proyectar espacios ¨ flexibles de rápida división y montaje¨, para ser incorporados dentro de hospitales y clínicas de forma inmediata, sin tener que modificar toda la estructura del edificio, cumpliendo una función provisoria cuando para situaciones extraordinarias.
Las áreas previstas para implementar el proyecto de urgencia son los grandes halles, o los espacios cubiertos como playones de estacionamientos, que puedan servir a futuro como un lugar de atención y contención.
Los mismos deben hallarse preferentemente cerca de espacios exteriores para poder cumplir con las exigencias de ventilación cruzada, y tener la amplitud adecuada que posibilite un distanciamiento social de dos metros por persona. Podrán albergar una gran cantidad de pacientes, permitiendo destinar un sector diferencial con camas para los enfermos más críticos, que requieren un equipamiento específico.
Los ¨divisores de construcción en seco¨ tan difundidos en la actualidad por su capacidad de adaptación y rápido ensamble, son un posible recurso a aprovechar. Deberán cumplir con todos los parámetros exigidos, entre ellos, que sus superficies lisas sean de un material resistente y aptas para una higiene continua, que garantice una correcta desinfección, deben permitir escuchar al paciente y mantener el distanciamiento social.
Es importante dejar previstas dentro del proyecto, instalaciones eléctricas (periscopios), sanitarias y redes de servicios de gas medicinal ,para poder conectar los equipos de manera expeditiva, debiendo evitar la utilización de tubos de oxígeno.
La pandemia nos enseñó que la arquitectura juega un rol vital en contextos de emergencia sanitaria donde las investigaciones científicas no pueden proporcionar una respuesta rápida y concluyente para detener la enfermedad.
El Arquitecto David García señaló en el artículo de la BBC:“También creo que hay que pensar en cómo podemos crear espacios de contención para que haya una reacción más rápida». Al fin y al cabo, ayer y hoy, «hasta que se logra encontrar un remedio a una epidemia, la única cura que existe es la arquitectura».(1)
Proyectar los edificios de salud desde la previsión es el nuevo desafío de la Arquitectura, teniendo en cuenta en su diseño las condiciones básicas de salubridad recomendadas por los especialistas, tendientes a evitar la propagación de virus y bacterias.
Este repensar de la arquitectura hospitalaria debe ser realizado por un equipo multidisciplinario, compuesto por profesionales de la salud, ingenieros, arquitectos, técnicos y personal sanitario, para poder conocer de antemano los problemas que puedan presentarse, anticipando soluciones acertadas.
No se debería olvidar el aporte de las políticas públicas que desde su lugar harán lo suyo en beneficio del conjunto social.