Apolo nace de la unión de Zeus con Leto, cuyo nombre significa el olvido. No es hijo de Hera, la esposa de Zeus.
Zeus tiene una vida sexual pronunciada, con numerosos hijos fuera del matrimonio, y cada hijo alcanza a ser factor influyente en el funcionamiento de la naturaleza y la civilidad.
Hera, esposa celosa quien representa la sacralidad del matrimonio, impide que Ilitia, diosa de los partos, pueda asistir a Leto.
Leto termina pariendo en Ortigia, una isla flotante que Poseidón (dios de los mares) convirtió en Delos, una isla fija.
Nacen los gemelos Artemisa y Apolo.
Apolo, es alimentado por Themis, diosa de las leyes de la naturaleza y de la justicia, adquiere los conocimientos que de ellas derivan.
Apolo sintió atracción por una bellísima humana llamada Coronis y se apareó con ella, Coronis no sabía que se trataba de Apolo, el encuentro no le significó una relación amorosa, tampoco sabía que se había embarazado.
Se entera que Coronis tenía relaciones con otro humano , cobra venganza pidiéndole a su hermana Artemisa que lance flechas al castillo de Coronis para matar a la infiel y a su pareja. Apolo alcanza a sacar a la criatura del cuerpo de Coronis mientras ardía en la pira crematoria y entrega el niño, Asclepio, a Quirón para que lo críe.
Donde está Apolo hay brillo, siempre notorio, arroja luz sobre lo oscuro.
Dios de la luz, del logos, la racionalidad, la conciencia, el conocimiento, la verdad, la cultura, la belleza, la perfección, la métrica, las artes y la estética, también es dios de la medicina y la juventud.
Respetuoso estricto de las leyes, cerebral, con inteligencia deslumbrante produce ideas, teorías y explicaciones para todo.
Apolo también representa la juventud respetuosa y prudente, no reactiva. Siempre sereno, no se enferma, no se equivoca y no acepta debilidades.
Apegado al orden, el equilibrio y la armonía, analiza, corrige, señala, aconseja y también escucha, pero puede ser arrasador con quien lo contradice, o desdeña al interlocutor de poco nivel.
Es oracular, predice, sabe lo que va a ocurrir, pero lo sabe por lo que conoce y desde lo racional, no por dones proféticos.
Apolo es un dios virginal, en el sentido de que es unívoco, que no actúa en forma distinta a la del logos. Sus actuaciones no están moduladas por emociones y no empatiza, no conecta con la emocionalidad de los demás.
Al hablar es directo, preciso, no acepta ambigüedades ni insinuaciones. Su figura, porte y actitud causan respeto y admiración, pero difícilmente provoca un enamoramiento o conexión emocional. Se sabe bello, superior y merecedor de todo.
Tiene rasgos narcisistas, es orgulloso, conocedor de su linaje y superioridad, le resulta obvio que los demás se deslumbren por él. No se enamora, no tiene eros.
Las relaciones que llega a tener con mujeres son incentivadas por el deseo y mantenidas en lo racional, no en lo emocional.
Apolo viaja cada 19 años al país de los hiperbóreos, muy al norte de Grecia, donde vivían seres aparentemente inmortales en una utopía de respeto de las leyes, el arte, la música y el conocimiento, donde imperaba la honestidad y la armonía y la palabra era ley.
Se reúne con pares en conversaciones inteligentes, serias, en ámbitos académicos, y escucha música y poesía.
Los símbolos de Apolo son el arco y la flecha, la lira y la corona de laurel.
Ajeno a la lucha cuerpo a cuerpo, desarrolló extraordinaria destreza en el uso del arco y la flecha.
Amante de la música, aprendió a tocar la lira.
La corona de laurel que le simboliza ser siempre victorioso, tiene un mito:
Apolo quiso poseer a la ninfa Dafne, pero esta huyó y antes de dejarse poseer se transformó en el árbol del laurel, sorprendido por el rechazo, decidió cortar una rama que convirtió en corona, y la lleva en su cabeza.
Zeus le encargó a Apolo, que matara a la Pitón, una serpiente venenosa creada por la celosa y agraviada Hera para a matar a Leto, su madre.
Entra al santuario de Delfos y con un tiro certero de flecha, acaba con ella.
Apolo, apesadumbrado por haber cometido un asesinato y violado leyes de la naturaleza, desarrolla una serie de ritos para expiar su malestar.
Creando la medicina de ritos curadores, religiosa, no empírica y comienza a recibir el nombre de Pitio.
El santuario pasa a ser de Apolo y recibe también el nombre Khatarsisos (purificador) y Atropaios (aleja el mal).
En el templo ingresaban mujeres que se hacían sacerdotisas y podían hablar con el mismo Apolo al entrar en trance masticando hojas de laurel.
Eran las pitonisas que podían revelar futuros, pronósticos.
Apolo aprende a curar heridas de guerra y a aplicar medicamentos que alivian dolor, ejerciendo una medicina empírica, práctica y lo hace gustosamente a quienes le son adeptos y rinden pleitesía. También a aquellos que no lo hacen, sin discriminar.