Los análisis genéticos relacionados con el rendimiento deportivo se centran en identificar variantes genéticas que pueden influir en las características físicas y fisiológicas de una persona, y potencialmente en su rendimiento atlético.
Estos tests buscan identificar variantes genéticas asociadas con diferentes aspectos del rendimiento, como la resistencia, la fuerza, la capacidad aeróbica, la respuesta al entrenamiento, la propensión a lesiones, entre otros.
Al mismo tiempo cientos de estudios han relacionado nuestro ADN a la capacidad de generar micronutrientes, de asimilarlos de los alimentos y aprovecharlos para generar energía para nuestros organismo.
Tecnología y deporte
Los tests genéticos de saliva permiten obtener información personalizada sobre su genética relacionada con la dieta y el deporte.
Con una muestra de saliva, se puede acceder a un análisis genético completo que revela información sobre cómo el cuerpo procesa los nutrientes, cómo puede responder al ejercicio físico y qué tipo de dieta puede ser más adecuada para cada individuo.
La investigación en este campo es extensa, ha habido importantes avances y se ha logrado un mayor entendimiento, pero aún existen debates y controversias en torno a la magnitud del efecto de la genética en el rendimiento deportivo.
Los atributos heredables pueden influir y potenciar el éxito en el deporte.
Se ha demostrado que, a través de un entrenamiento adecuado y una dieta adecuada, es posible superar las limitaciones de nuestra genética.
Aún falta mucho por descubrir y el rendimiento deportivo depende de muchos factores genéticos que dificultan determinar fácilmente qué entrenamiento o deporte hacer en base a los propios genes.
Lesiones y genética
Las lesiones al realizar deporte más frecuente, tanto en la vida diaria como durante la actividad física, son las que afectan a los ligamentos y tendones (como el ligamento cruzado anterior, tendón de Aquiles o los tendones del manguito rotador).
En el riesgo de sufrir estas lesiones intervienen factores ambientales (como la actividad que se realiza, el nivel de entrenamiento, la nutrición) y factores genéticos que se asocian a diferencias en la composición y flexibilidad de ligamentos y tendones.
Hay variantes genéticas que generan mayor riesgo de rupturas de ligamentos, especialmente del ligamento cruzado anterior en la rodilla.
Conocer esta información es importante para personalizar tu entrenamiento e implementar conductas preventivas para reducir el riesgo de lesiones.
El gen COL1A1 está involucrado en generar el colágeno tipo 1, que es la forma de colágeno más abundante en el cuerpo humano. El colágeno es una familia de proteínas que fortalecen y dan soporte a varios tejidos del cuerpo, incluyendo huesos, cartílagos, tendones y piel.
Variaciones en el gen COL1A1 regulan nuestro riesgo de ruptura de tendones.
En este sentido es muy importante evitar movimientos repetitivos, bruscos, y elongar al menos 30 segundos cada grupo muscular después de entrenar.
El tendón de Aquiles
Una lesión muy común es la rotura del tendón de Aquiles, es el de mayor longitud y uno de los más potentes del organismo.
Esta patología suele estar provocada por un uso excesivo y es una lesión relativamente frecuente en los deportes que requieren correr y saltar. La tensión repetida sobre el tendón hace que se produzcan daños microscópicos.
La metaloproteinasa de matriz 3 (MMP3) es un mediador de la remodelación de la matriz extracelular y un locus de susceptibilidad propuesto en el perfil genético de las lesiones musculoesqueléticas de los tejidos blandos. Las variantes dentro del gen MMP3 están asociadas con lesiones del tendón de Aquiles.
Ser un atleta depende de muchos factores, pero hoy sabemos que una buena parte de nuestra capacidad de hacer deporte la traemos al nacer y está escrita en nuestro ADN.
Nuestros músculos se componen de tres tipos principales de fibras, fibras de contracción lenta, intermedias y de contracción rápida.
El tipo de fibra muscular viene determinado por nuestros genes y conocer el predominio de cada tipo fibra en cada persona nos permite obtener una ventaja relativa sobre los deportes que tal vez más nos convengan desarrollar o practicar.
De esta manera las personas que posean un alto porcentaje de fibras lentas podrían tener ventajas en actividades vinculadas con la resistencia, como por ejemplo, triatlón, running, o natación de aguas abiertas.
Quienes posean mayor predominio de fibras intermedias, que tienen capacidad aeróbica suficiente para resistir a la fatiga durante varios minutos, tendrán mayor aptitud para los deportes de esfuerzo intermitente o de conjunto, como puede ser el hockey, rugby, fútbol y básquet.
Quienes posean en cambio un mayor predominio de fibras rápidas, se verán beneficiados en la realización de actividades breves y explosivas, vinculadas con la velocidad, como por ejemplo carreras de velocidad, pruebas de atletismo o lanzamientos y levantamiento de pesas.
El gen ACTN3 contiene instrucciones para producir alfa-actinina-3, una proteína que se encuentra en ciertos tipos de fibras musculares de contracción rápida.
Esta proteína se ha conservado durante la evolución, pero algunas personas tienen una variante no funcional del gen ACTN3 y no producen la proteína.
Personas con la variante funcional en las dos copias del gen tienen predominancia de fibras rápidas, demostrando mayor habilidad para deportes de potencia; mientras que la variante no funcional se encuentra en fibras lentas, que se asocian con menor rendimiento en este tipo de actividades.
La variante no funcional se observa en homocigosis en el 2% de los caucásicos, y la mayoría de los atletas de élite que han sido estudiados tienen la variante funcional ACTN3 y producen esta proteína correctamente.
Generación de energía
A la hora de evaluar el rendimiento deportivo entran en juego diversos factores como el entrenamiento físico, la nutrición y el apoyo tecnológico, y por supuesto que nuestros genes también presentan un rol importante.
Según estudios, se calcula que los factores genéticos podrían explicar alrededor del 66% de la diferencia del estado atlético entre las personas.
El organismo recurre a los hidratos y las grasas como fuente principal de energía, junto con la utilización de oxígeno. La genética influye en la eficacia con la que procesamos los nutrientes y obtenemos energía, y a esta capacidad se la denomina rendimiento energético.
Nuestros genes pueden entonces influir en la forma en que obtenemos energía de los nutrientes, y afectar directamente nuestra capacidad atlética.
El gen PPARGC1A se expresa predominantemente en tejidos con alta actividad metabólica, la mayoría de los cuales son ricos en mitocondrias. Estos incluyen corazón, músculo esquelético (durante el ejercicio), grasa parda, riñón, hígado y cerebro, y otros tejidos de baja actividad metabólica como el tejido adiposo blanco.
PPARGC1A controla transitoriamente el transporte de glucosa, la oxidación de lípidos y glucosa y modula de forma crónica la capacidad oxidativa del músculo.
Variantes en este gen estan asociados a una mayor o menor capacidad atlética.
Dopaje genético
Gracias a CRISPR, la herramienta más prometedora en la edición de genes y que ha causado un gran revuelo en la biotecnología y la medicina, los científicos pueden cortar, pegar y modificar genes con una precisión sin precedentes, lo que abre la puerta a la cura de enfermedades genéticas que alguna vez parecían imposibles.
La manipulación genética ha generado preocupaciones éticas y sociales, incluyendo el temor a la creación de «bebés diseñados».
Hoy es posible utilizar la tecnología CRISPR para cambiar el ADN y mejorar el rendimiento.
Los resultados todavía son una incógnita y hay muchos desafíos tecnológicos y éticos. Es importante saber que CRISPR puede cometer errores y hay chances de afectar al atleta y generar resultados terribles.