Difusión del conocimiento de las ciencias médicas

07/06/2023

El alcohol daña el cerebro después de dejar de beber

Por Dr. Rosselli Armando

. Lectura de 4 minutos

Un estudio del CSIC muestra que esta bebida aumenta su capacidad adictiva cambiando la geometría del cerebro y las alteraciones que provoca permanecen durante las seis primeras semanas de abstinencia.

El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida en España, según la encuesta sobre alcohol y drogas en España (EDADES 2019) realizada a las personas de entre los 15 y 64 años.

Afecta el funcionamiento del sistema nervioso y provoca cambios en el estado de ánimo, la percepción, los pensamientos, los sentimientos y/o el comportamiento.

Sin embargo, la percepción de riesgo que tienen los consumidores, en especial entre los jóvenes, es baja,  pese a la existencia de más de 200 enfermedades asociadas a su ingesta, que causa cada año unos tres millones de muertes en el mundo.

Los efectos perjudiciales del alcohol en el cerebro son ampliamente conocidos, pero los cambios estructurales observados son muy heterogéneos. Además, faltan marcadores de diagnóstico para caracterizar el daño cerebral inducido por el alcohol, especialmente en los inicios de la abstinencia, un periodo crítico por la alta tasa de recaída que presenta.

Sin embargo, en el 2019 un trabajo conjunto del Instituto de Neurociencias (CSIC-UMH), en Alicante, y del Instituto Central de Salud Mental de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, marcó un hito en este campo al detectar, mediante una resonancia magnética, que los daños que produce el alcohol en el cerebro no se detienen al dejar de beber.

El deterioro sigue progresando al menos durante las seis primeras semanas de abstinencia de alcohol. Un efecto retardado no se había imaginado.

La investigación, que se publicó en la revista JAMA Psychiatry, mostró que a las seis semanas de haber abandonado el consumo de alcohol aún seguían produciéndose cambios en la sustancia blanca del cerebro en una muestra de 91 pacientes voluntarios, con una edad media de 46 años hospitalizados en Alemania para su tratamiento de rehabilitación a causa de un trastorno por consumo de alcohol.

 “Antes de nuestra investigación nadie podía creer que durante la abstinencia del alcohol el daño en el cerebro progresara.

«Aunque la toxicidad directa del alcohol cesa al dejar de beber, vimos que los cambios en el cerebro provocados por el alcohol siguen progresando» refirió Santiago Canals (IN) responsable del grupo de Plasticidad de las Redes Neuronales del Instituto de Neurociencias, que lideró la investigación.

La hipótesis que barajaban los investigadores era que la progresión de los daños se mantiene porque se pone en marcha un proceso inflamatorio en el cerebro que avanza incluso en ausencia de alcohol.

 “Creemos que esto está relacionado también con la facilidad de recaída que se produce después de dejar de beber, durante el periodo crítico de la abstinencia”, señalaba Canals.

El sistema inmune puede favorecer la recaída

En junio del 2020, otra investigación del grupo de Canals, esta vez publicada en Science Advances, sorprendió de nuevo a la comunidad científica: el alcohol aumenta su capacidad adictiva cambiando la geometría del cerebro, concretamente de la materia gris.

La sustancia gris está formada por los cuerpos de las neuronas y conforma la corteza cerebral, el cerebelo y la médula espinal.

La materia gris está involucrada en el control muscular y la percepción sensorial, como la vista y el oído, la memoria, las emociones, el habla, la toma de decisiones y el autocontrol, son funciones que se ven alteradas por la ingesta del alcohol. 

Las responsables del cambio de geometría de la sustancia gris son las células del sistema inmune que residen en el cerebro, denominadas microglía, como demostró un  segundo trabajo de los grupos de Canals y Santis.

El alcohol, como cualquier otra sustancia dañina, provoca la activación defensiva de la microglía conduciendo a un cambio de sus características bioquímicas y también de su forma.

Este cambio de forma remodela el espacio extracelular y habilita rutas de difusión de sustancias que en ausencia de alcohol estarían limitadas. El espacio extracelular está formado por los huecos y canales que dejan libres los cuerpos celulares y sus densas ramificaciones citoplasmáticas, como las dendritas y los axones de las neuronas y otras células gliales, y está ocupado por líquido y proteínas

En el líquido extracelular circulan sustancias fundamentales para muchos procesos fisiológicos, como los neurotransmisores.

“Lo que nosotros vimos en este trabajo fue que la reactivación de la microglía eliminaba barreras para la difusión en el espacio extracelular, o lo que es lo mismo, habilitaba rutas que en ausencia de alcohol estaban bloqueadas. Y propusimos, apoyados en los resultados de un modelo matemático que simula la difusión en el cerebro alcohólico, que este cambio facilita la difusión de neurotransmisores como la dopamina, implicada en la motivación y las adicciones, lo que aumenta el poder adictivo del alcohol”.

Este estudio traslacional se llevó a cabo en ratas y humanos y estuvo coordinado, como el anterior, por los doctores Santiago Canals, del Instituto de Neurociencias, y Wolfgang Sommer, del Instituto Central de Salud Mental de la Universidad de Heidelberg (Alemania).

“El siguiente paso en nuestra investigación será averiguar si este efecto es producido directamente por la acción del alcohol sobre la microglía, o lo hace de forma indirecta, a través de intermediarios, como el hígado o la microbiota intestinal”, concluye el doctor Canals.

Fuentes:

Ministerio de Ciencia e Innovación de España- https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/el–alcohol-dana-el-cerebro-incluso-despues-de-dejar-de-beber Pilar Quijada Garaballu

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