Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD) son un grupo de afecciones diversas, prevalentes principalmente en zonas tropicales en las que proliferan entre las personas que viven en comunidades empobrecidas.
Estas enfermedades son causadas por una variedad de patógenos que incluyen virus, bacterias, parásitos, hongos y toxinas, y conllevan consecuencias sanitarias, sociales y económicas devastadoras.
La epidemiología de las ETD es compleja y suele guardar relación con las condiciones ambientales. Muchas de ellas se transmiten por medio de vectores, tienen reservorios animales y están relacionadas con ciclos biológicos complejos.
Las ETD incluyen: úlcera de Buruli; enfermedad de Chagas; dengue y chikungunya; dracunculosis; equinococosis; trematodiasis de transmisión alimentaria; enfermedad del sueño; leishmaniasis; lepra; filariasis linfática; micetoma, cromoblastomicosis y otras micosis profundas; oncocercosis; rabia; sarna y otras ectoparasitosis; esquistosomiasis; helmintiasis transmitidas por el suelo; envenenamiento por mordedura de serpiente; teniasis/cisticercosis; tracoma; y pian.
Están «desatendidas» porque apenas aparecen en los programas de salud mundial, son muy pocos los recursos que se destinan a este tipo de enfermedades, siendo ignoradas por las agencias de financiación mundiales.
Las ETD son enfermedades que afectan a poblaciones desatendidas y se perpetúan en ellas, debido a resultados educativos deficientes y las limitadas oportunidades profesionales; además, están asociadas a la estigmatización y la exclusión social.
Las ETD se producen principalmente en zonas rurales, zonas de conflicto, regiones de difícil acceso, que carecen de una atención médica de calidad, donde el acceso al agua potable y a los servicios de saneamiento es escaso, circunstancia que se agrava por el cambio climático.
ACCIONES ESTRATÉGICAS:
La OMS recomienda cinco intervenciones estratégicas básicas para acelerar la prevención, el control, la eliminación y la erradicación de las ETD:
- gestión innovadora e intensificada de la enfermedad,
- quimioprofilaxis,
- control de vectores,
- salud pública veterinaria, y
- servicios de agua potable, saneamiento e higiene.
Si bien, se puede dar preferencia a una intervención para el control de una o varias enfermedades específicas, el efecto más eficaz, tanto en lo que concierne a la morbilidad como a la transmisión, se obtiene cuando se combinan y administran simultáneamente todas las intervenciones necesarias.
Las ETD tienen una relevancia absoluta para el ODS 3 “el objetivo de salud”. Las medidas contra las ETD contribuyen directamente al logro de la meta 3.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: «poner fin a las epidemias de […] enfermedades tropicales desatendidas», y se miden mediante el indicador 3.3.5 de los ODS: «número de personas que requieren intervenciones contra enfermedades tropicales desatendidas».
En el último decenio, la OMS ha armonizado progresivamente los enfoques de salud pública contra las ETD en torno a tres conceptos principales: integración, atención centrada en la persona y colaboración intersectorial.
Los esfuerzos orientados al control de estas enfermedades se han integrado progresivamente en las zonas endémicas y han ido abandonando los programas verticales, al tiempo que fortalecían las intervenciones intersectoriales, que son más idóneas para lograr un efecto en enfermedades que se suelen superponer geográficamente y afectan a los mismos grupos de población.
Se han adoptado medidas para promover la atención centrada en la persona, no solo mediante el tratamiento de las infecciones, sino también por medio de la atención a largo plazo de la morbilidad y la discapacidad, así como las relacionadas con la salud mental, el estigma y la exclusión social .
La colaboración intersectorial tiene la finalidad de movilizar a todos los agentes ajenos al sector de la salud para maximizar los efectos de las intervenciones contra las enfermedades tropicales desatendidas.
En particular, los sectores de la educación, el medio ambiente y la veterinaria desempeñan un papel fundamental en la prevención, el tratamiento y la atención de estas enfermedades y en la realización de intervenciones contra las ETD.
Mientras que la primera hoja de ruta sobre las ETD (2012-2020) esbozaba hitos y metas, la segunda hoja de ruta (2021-2030) establece medidas y cambios programáticos cruciales que permitirán impulsar el progreso hacia un mundo libre de ETD para el 2030.
En el 2023, la OMS amplió su labor de promoción y convocó la Reunión Mundial sobre las Enfermedades Tropicales Cutáneas Desatendidas (27 al 31 de marzo) y la reunión de asociados del Programa Mundial sobre las Enfermedades Tropicales Desatendidas (12 y 13 de junio).
Los conceptos de equidad y atención primaria de salud forman parte del tejido del que están hechos los programas mundiales contra las ETD.
En los mismos se atiende principalmente a las comunidades marginadas y se concede prioridad a las necesidades de los grupos más desfavorecidos, a los cuales hay que tener en cuenta de forma explícita.
En el último decenio se han logrado importantes progresos. Entre el 2010 y el 2022 el número de personas que necesitaban intervenciones contra ETD disminuyó de 2190 millones a 1620 millones, o sea un 26%.
Al finalizar el 2023, 50 países habían eliminado al menos una ETD, lo que supone la mitad del camino hacia el objetivo de 100 países fijado para el 2030; cada año, centenares de millones de personas en riesgo de contraer ETD reciben tratamiento o atención.
Es preciso mejorar la sostenibilidad y la previsibilidad de la financiación, la disponibilidad de medicamentos y pruebas diagnósticas en todo el espectro de ETD, así como la integración de los programas y servicios relativos a las ETD en los sistemas nacionales de salud.
De esa manera, podremos maximizar la contribución de las intervenciones contra las ETD para cada una de las tres dimensiones de la cobertura sanitaria universal (quién y qué servicios están cubiertos y qué proporción de los costos están cubiertos).
Un marco de sostenibilidad y una justificación de la inversión que complementan la hoja de ruta ponen de relieve la necesidad de apoyar intervenciones eficientes en relación con los costos.
Esto exige a la comunidad mundial una inversión en intervenciones transversales en sectores distintos del sector de la salud y en esferas tales como las que conciernen al agua, el saneamiento, la higiene, la educación, la agricultura, el bienestar animal y las finanzas.
La hoja de ruta sobre las ETD 2021-2030 establece el objetivo de no dejar a nadie atrás.
En ese contexto, se aleja de los programas verticales sobre enfermedades y adopta enfoques transversales mediante inversiones más inteligentes, con el fin de mejorar la salud y el bienestar para 2030.
Asimismo, procura reducir la pobreza haciendo frente a la carga de morbilidad debida a las ETD, propicia el logro de la cobertura sanitaria universal y la reducción de la pobreza.
Otra característica distintiva es impulsar una mayor implicación de los gobiernos nacionales y locales, y en particular de las comunidades.
Las metas mundiales generales para el 2030 son:
- reducir en un 90% el número de personas que requieren tratamientos contra ETD
- reducir en un 75% los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) relacionados con ETD
- eliminar al menos una ETD en 100 países
- erradicar dos enfermedades (dracunculosis y pian) en todo el mundo
Siguen existiendo importantes dificultades, entre ellas las consecuencias derivadas del cambio climático, conflictos, nuevas amenazas zoonóticas y problemas ambientales que afectan a la salud, y desigualdades socioeconómicas que no dejan de obstaculizar directamente el acceso a servicios de salud, vivienda adecuada, agua potable y saneamiento.