Lo contrataba como funcionario, igualmente su salario se recuperaba descontando a los soldados una parte del sueldo.
Frecuentemente el Gobernador intervenía en el tema, sobre todo cuando se trataba de un destacamento importante. Las actuaciones se giraban a España, para que fuesen aprobadas por S.M.
Los Cabildos fueron perdiendo competencia en este campo a medida que las reformas borbónicas aumentaban las de los gobernadores e intendentes.
Los contratos para el cargo de Cirujano de Presidio, admitía que el designado subcontrate con las especificaciones que se le ocurriesen y la dimensión territorial que se le exigían al contratado.
Cevallos, Gobernador de Buenos Aires, propuso la reforma del reglamento de Cirujanos, con la intención de solucionar varios problemas. Uno de ellos fue el que resultó de la queja que planteó el Cirujano del Presidio de Montevideo (Bollano) contra el Cirujano del Presidio de Buenos Aires ( Matías Grimau) que lo había designado.
El cargo de Grimau en Buenos Aires lo obligaba a atender a todos los militares de la gobernación, debiendo pagar de su peculio a los practicantes a los cuales encargara alguna parte de su obligación.
Grimau contrató a Bollano por una suma que representaba el 20% de lo que cobraba como cirujano del presidio de Buenos Aires, sin especificar quién se haría cargo del costo de las medicinas.
El aumento de la tropa en Montevideo, hasta un número igual al que tenía Buenos Aires, hizo que Bollano pidiese que Grimau se hiciera cargo de las medicinas.
Grimau lo destituyó y reemplazó. El reemplazante fue rechazado por la oficialidad, debido a que estaban satisfechos con Bollano y el gobernador de Montevideo, Andonaegui, intervino a favor de él.
Cuando Andonaegui debió comandar una expedición a las Misiones, con motivo de las revueltas de los guaraníes,requirió al Cirujano del Presidio que lo acompañase, Grimau subcontrató un sustituto, esta vez sin salario , sólo por los honores, pero con la especificación de que debería costear los medicamentos.
Las quejas de este sustituto se produjeron después de la llegada de Cevallos, que cortó por lo sano: dispuso el reemplazo de Grimau. Su retribución la repartió entre cirujanos para cuatro ciudades. Una Orden Real del 14 de mayo de 1763 autorizó su propuesta y el Virrey nombró a José Dupont en Buenos Aires, a José Ferreres —que había formado parte de su Expedición— en la ciudad de Montevideo, y a los practicantes Juan de la Rosa en el Real de San Carlos y Tomás Navarro en Maldonado.
El primer Cirujano del Presidio designado en Buenos Aires fue José González, en las primeras décadas del siglo XVIII.
Los Cirujanos de Presidio cumplían, otras funciones públicas (forenses, por ej.) e igual que los restantes cirujanos, no limitaban su labor a la práctica quirúrgica, sino que se desempeñaban como médico-cirujanos y frecuentemente, también como boticarios.
La provisión de medicamentos no estaba habitualmente dentro de los beneficios contratados con los cirujanos o médicos, debiendo pagarlos los usuarios, pero sí el de los Cirujanos de Presidio, como se vio en el caso de Grimau.
Poco después de establecido el ¨Asiento de negros de los ingleses¨, éstos trajeron a Buenos Aires tres facultativos: Roberto Young, Roberto de la Fontaine y Roberto Barley.
Los tres Robertos, como les decían, fueron autorizados para ejercer y establecieron hacia 1734 una botica.
Los precios de sus medicamentos parecen haber sido altos, por lo cual, fueron denunciados al Cabildo, el cual dispuso un reconocimiento y no encontró irregularidades. Era función del Cabildo participar como tribunal cuando se suscitaban litigios con médicos o boticas, incluyendo el precio de venta de los medicamentos.
Tal fue el aprecio que consiguieron los Robertos que en 1739 una real cédula había confirmado el nombramiento que le había otorgado el Gobernador a Roberto Young como Cirujano del presidio. Pocos años después, Young cedió, con acuerdo del Cabildo, su puesto a Roberto Fontaine.
Posteriormente, y en función de los vaivenes de la política internacional de la metrópoli, una Orden Real determinó la expulsión de los extranjeros.
El Cabildo decidió establecer excepciones y entre ellas, las de los médicos,¨ …que tan esenciales son en esta república…(en la cual)….no queda más que el del asiento, único para toda esta república que es bien crecida y por esta razón hallándose Dn. Roberto Fontaine de quien se tiene la experiencia se ejercita con desinterés y mucha caridad en los pobres, y estar amparado por el Sr. Gobernador difunto (referencia a Zabala) para que pudiese vender sólo él las medicinas de su botica a que se le puso arancel según consta”.