Desde tiempos inmemorables el hombre ha querido explorar los rincones más recónditos de la tierra.
Con el afán de descubrir estos territorios, se ha sumergido en las profundidades del mar, introducido en las selvas más impenetrables, ha investigado mediante la espeleología, los laberínticos abismos que se abren desde la superficie de la tierra, y ha coronado las cimas montañosas más altas del planeta.
El deseo de conquistar las alturas, lleva en el año 1.953 a Hillary y a Tesing a la cumbre del monte Everest de 8.848 metros con ayuda de oxígeno artificial.
Otras 82 personas seguirían sus pasos hasta el 8 de Mayo de 1.978, cuando Reinhold Messner y Peter Habeler realizaban la proeza de escalar el punto más alto del planeta, sin oxígeno envasado.
Estos logros serían un gran aporte a la medicina deportiva al permitir recabar información sobre el comportamiento y la respuesta del organismo humano a situaciones tan extremas.
Messner es el primero y el único ser humano que ha alcanzado las 14 cumbres más altas, “LOS 14 OCHOMILES”, todos ellos cuentan con más de 8.000 metros de altura (S.N.M.) “sobre el nivel del mar”.
En 1.979 un médico francés Nicolas Jaeger, logró permanecer durante 60 días a 6.768 metros en el Cerro Huracán (Perú) realizando estudios científicos.
A mediados de la década del 80, Fernando Garrido, alpinista español, logra permanecer 66 días en la cumbre del Cerro Aconcagua 6.959 metros batiendo así el récord mundial de supervivencia en altura.
Esta expedición tuvo seguimiento médico, antes, durante y después de la misma. En los últimos años se han realizado avances tecnológicos como también en el método para el estudio del cuerpo humano en la altura.
En la actualidad múltiples deportes se desarrollan en forma multitudinaria en alturas superiores a los 2.000 metros s.n.m. (sobre el nivel del mar) donde los efectos de la altura comienzan a mostrar la disminución no solo del rendimiento deportivo sino la aparición de problemas médico específicos de la altura.
Deportes como: el esquí y las distintas formas del montañismo (andinismo, alpinismo, himalayismo, trekking, hikking, escalada deportiva, big wall, boulder, etc.) han permitido el nacimiento de una nueva rama de la medicina que es la Medicina de Montaña.
Una sociedad científica, la Sociedad Internacional de Medicina de Montaña, nuclea a médicos, fisiólogos y bioquímicos interesados en el tema (web site: www.ismmed,org) a la cual pertenece la Sociedad Argentina de Medicina de Montaña. La creación de estas instituciones ha permitido desarrollar criterios comunes, con fundamento científico para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades relacionadas con el deporte y la altura.
La real importancia de la Medicina de Montaña, es la de prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades potencialmente fatales relacionadas con el deporte y la altura como:
1. El Mal Agudo de Montaña (MAM),
2. El Edema Agudo de Pulmón de la Altura (HAPE),
3. El Edema Agudo Cerebral de la Altura (HACE),
4. La Hipotermia y,
5. Las congelaciones.
Si bien el montañismo y el esquí no son deportes populares no debemos olvidarnos que nuestro país posee una enorme columna dorsal que es la Cordillera de los Andes en la cual se hallan importantes centros internacionales de esquí y montañismo, objeto de un masivo turismo de aventura internacional.
Año tras año numerosas expediciones intentan coronar cimas como el Aconcagua, el Cerro Fitz Roy o el Torre. Sólo el Aconcagua recibe 2.000 montañistas por temporada registrando todos los años más de una fatalidad. En los últimos años el montañismo argentino ha crecido exponencialmente logrando éxitos locales e internacionales.
Pero este crecimiento lamentablemente se ha acompañado de un incremento en el número de montañistas muertos.
Algunas muertes se hallan en relación con fallas técnicas por falta de capacitación, errores de apreciación de los deportistas, subestimación de las dificultades objetivas, fenómenos meteorológicos inesperados o peligros inherentes a este tipo de actividad (caída de piedras, avalanchas, etc.).
Muchas situaciones potencialmente fatales podrían ser manejadas adecuadamente con el conocimiento de la fisiología de los deportes de altura, la nutrición e hidratación adecuada para este tipo de actividades, el conocimiento de la fisiopatología de las enfermedades del deporte en la altura así como su prevención, diagnóstico y tratamiento.
Todos estos avances han aportado una innumerable cantidad de cifras y conceptos que nos ayudan a comprender los cambios fisiológicos del organismo, lo que aún no se ha podido mensurar es la influencia de la psiquis ante cambios tan inesperados.
…“En 1.973 salía rumbo a Nanga Parbat, por primera vez, con el firme propósito de escalar aquella montaña de 8.125 metros solo.Tal vez lo habría conseguido de haber tenido la preparación psíquica para aguantar solo durante semanas las situaciones límites. Alcancé los 6.000 metros y luego descendí rápidamente, como si estuviera huyendo de mi propio miedo…. por esta misma pared descendí en 1970, con mi hermano Gunther, gravemente enfermo, después de haber realizado la ascensión del Flanco del Rupal
Durante 3 días vivimos entonces con el temor de no salir nunca de aquel laberinto de hielo y rocas escalonadas. No obstante, logramos descender hasta el pie de la pared, sin comer, beber, o siquiera vivaquear una sola vez. Allí murió mi hermano, sepultado bajo un alud”…
Más allá de las mediciones, condiciones físicas, y avances tecnológicos de la medicina, existen factores imposibles de medir;
EL ESPÍRITU Y LA MENTE.
Es importante comprobar por medio de determinaciones bioquímicas llevadas a cabo in situ; las “variaciones hormonales” producidas bajo condiciones muy ¨estresantes¨ como la hipoxia, el frío, el viento, la soledad y de esa manera actualizar los conceptos básicos de la ¨Medicina de Montaña¨ aplicados a los deportes de altura, temas que se deben desarrollar en forma independiente.