Son medicamentos diseñados especialmente para adecuarse a las dosis que los niños necesitan y que no se fabricaban en el país.
Muchos trastornos y enfermedades son difíciles de tratar en pediatría por falta de medicación con las dosis adecuadas para el organismo de un niño o niña.
Por esa razón, la Universidad de Buenos Aires, se embarcó en el proyecto de diseño y producción de un medicamento que no se conseguía en el país, del cual ya se ha fabricado la primera partida de 5.000 minicomprimidos que serán administrados por el Hospital Garrahan.
El trihexifenidilo se utiliza para tratar pacientes con síndrome distónico, caracterizado por contracciones musculares involuntarias que provocan movimientos repetitivos o de torsión.
“Este activo farmacéutico ayuda a modificar las posturas anormales y disminuir el dolor en pacientes con síndrome distónico”, explicó la Dra.Silvia Lucangioli, investigadora y profesora de Tecnología Farmacéutica I en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, quien forma parte del equipo de FFyB que diseñó el medicamento.
“El síndrome distónico es un trastorno motor funcional con importante impacto en la calidad de vida, y el trihexifenidilo es un medicamento necesario para el manejo de la distonía que habitualmente requiere combinación con otros medicamentos”.
“Existe un gran número de especialidades medicinales que no se encuentran disponibles en presentaciones pediátricas”, explicó la investigadora.
Asimismo la Dra Silvia Tenembaum, Jefa de clínica del Servicio de Neurología del Hospital Garrahan, manifestó:
“Es un hecho para celebrar porque se provee al Hospital de una medicación que es fundamental, para una población numerosa de pacientes con síndrome distónico con o sin parálisis cerebral asociada.
“ No son elaborados por la industria por la complejidad de realizar ensayos clínicos, por la falta de rédito económico o por discontinuidad de su producción.
Provocando que el paciente no pueda acceder al medicamento en tiempo y forma”.
El proyecto surgió ante la necesidad de llenar un vacío en la terapéutica de enfermedades que afectan a pacientes pediátricos.
Por esta razón, un equipo de investigadoras e investigadores se unieron para desarrollar un medicamento que pudiese desintegrarse en la boca de niños menores de 6 años, con bajos volúmenes de saliva. Para ellos no están indicados, ni permitidos, los medicamentos sólidos convencionales.
El diseño del medicamento partió de un componente activo, la droga en su forma inicial, aportado por el Hospital Garrahan. El equipo de investigadoras e investigadores de la UBA estuvo a cargo del diseño del microcomprimido , de su caracterización y evaluación de calidad, así como, de los estudios de estabilidad fisicoquímica de las formulaciones desarrolladas.
La optimización fue un trabajo en conjunto del equipo de la UBA junto con el de la Universidad Nacional de San Luis, a cargo de Silvina Favier, del área de Tecnología Farmacéutica, de la Facultad de Química, Bioquímica y Farmacia.
Los microcomprimidos están siendo fabricados en San Luis.
“Actualmente se están investigando nuevas formas de dosificación sólidas orales para medicamentos seguros y eficaces, que sean también fáciles de ser administradas en niños”, contó el Dr.Fabian Buontempo, también parte del equipo de desarrollo en su doble pertenencia, como farmacéutico responsable del desarrollo y elaboración de formulaciones huérfanas del Hospital Garrahan y profesor de Tecnología Farmacéutica I en FFyB.
“Recientemente, tanto, la Organización Mundial de la Salud como la Agencia Europea de Medicamentos, han iniciado programas para el desarrollo de fórmulas farmacéuticas sólidas con fines pediátricos”, continuó el experto.
“En este sentido, el desarrollo de minicomprimidos orodispersables de aproximadamente 3 mm de espesor y 30 miligramos de peso, serían adecuados, para la administración por vía oral, en la población pediátrica”.
“Estos minicomprimidos destinados a niños no se elaboraban en el país, su producción constituye un hito en el tratamiento de patologías pediátricas”, concluyó Silvia Lucangioli.
El proyecto contó con el apoyo de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP) que, a través de subsidios y becas doctorales, promueve la investigación y el desarrollo en materia de medicamentos.