Nació en Afshana (Afsina), pequeña aldea cerca de Bujára (Bukhara), un sitio de la metrópoli Turquestán, en el Asia Central, parte integrante del Imperio Samánida (abasida), hoy actual Uzbekistán.
Sitora, su madre procedía de una familia campesina humilde y tuvo un solo hermano.
Fue educado por su padre Abdallah, un funcionario de la administración pública que llegó a ser gobernador de Balja, un pueblo situado en la zona septentrional del Afganistán actual y prefecto de un distrito en Bujára.
Desde niño aprendió griego y latín, de joven realizó estudios de geometría, cálculo indio, gramática, mística, poesía, música, derecho, religión, filosofía y medicina.
Hablaba persa, no conocía el idioma árabe profundamente, por ello se dedicó a estudiar durante tres años literatura y gramática árabe.
Finalizando sus estudios escolares a los 10 años memorizó y recitaba los 114 capítulos del Corán, texto sagrado del Islam.
Durante su adolescencia, influyó de manera importante la filosofía neoplatónica, que le serviría para escribir una de sus mejores obras.
También lo hicieron los conocimientos de matemáticas, geometría y astronomía de Euclides (célebre griego, padre de la geometría) y de Claudio Ptolomeo (sabio greco-egipcio que trabajó en la biblioteca de Alejandría).
A los 17 años se convirtió en el médico y consejero del Sultán samánida o emir de Bujara, Bocara, Nuh ibn Mansur que lo convocó por sentirse enfermo.
Le salvó la vida curándolo de una intoxicación por plomo adquirida por beber en una copa pintada con pigmentos de ese metal, el emir en agradecimiento le dio acceso a su biblioteca, que se conocía como «El santuario de la sabiduría», para estudiar y consultar tratados.
Vivió en la ciudad persa de Hamada, abrió una escuela pública donde enseñó medicina y otras ciencias.
A la edad de 21 años gozaba de la reputación de ser un gran médico y ocupaba posiciones administrativas del gobierno local.
Avicena ocupó muchos cargos gubernamentales y trabajó en diferentes gobiernos persas que surgieron tras la desintegración de la dinastía árabe de Abbasiyin que era el gobernante árabe más grande del mundo en esa época
Fue Gran visir (primer ministro) y luego de un golpe militar y del estallido de una sublevación, fue privado de tan alto puesto; pasó varias semanas encarcelado en una fortaleza, encadenado y condenado a muerte, tiempo después escapó y permaneció escondido.
Pasado algún tiempo en Hamada viajó a Isfahán donde completó muchos de sus famosos tratados.
Avicena cambió constantemente de residencia, pues como médico y consejero de gobernantes, tenía que viajar con ellos, pero nunca salió de Persia.
Después de viajar por diferentes ciudades, Avicena se instala en Ray, allí el rey de esa ciudad, el emir Mayd al-Dawla le consultó por una ¨melancolía¨. Avicena lo curó de esta terrible enfermedad y escribió unos de sus libros más interesantes: el ¨ Tratado sobre el Estado del Alma Humana.¨
En el año 1012, a los 32 años escribió el Canon de Medicina, del griego: ¨regla¨, conocido como El Canon de Medicinae o ¨Kitab al-qanun fi-l-Tibb¨ o Canon de Avicena, el libro de medicina más conocido, principal obra estudiada por todos los conocedores e interesados en la materia en la Edad Media, que abarcaba todo el saber de su tiempo e incluía análisis de tesis y preceptos de médicos más antiguos.
Se le atribuyen más de 450 libros en árabe y 23 en persa, sus obras sirvieron de conexión o puente entre el Oriente y el Occidente.
En estos trabajos médicos, Avicena revolucionó conceptos y dijo: «La Medicina es una teoría y una práctica, donde ambas están en perfecto equilibrio.
Pasó los últimos años de su vida actuando como consejero científico y médico del gobernante de Ispahán.
Sus obras fueron traducidas del árabe por Domingo Gundisalvo en Toledo, España en el año 1180 y al francés por Vattier.
El Canon completo fue traducido al latín, en Toledo, por Gerardo de Cremona, entre 1150 y 1187, impreso en hebreo en Milán en 1473, en su versión latina lo fue en Venecia en 1527, y en Roma, en 1593. Fue considerado como «la Biblia de la Medicina».
Avicena mereció el nombre de «Príncipe de los médicos» y en Oriente le llamaban «Al- Shaij al Rais» («el primero de los sabios»).
Enfermo a consecuencia de excesos de trabajo, de placeres , por sufrir prisión y cruel persecución, se ve obligado a vivir en la ciudad iraní de Hamadán, padeciendo de ataques epilépticos y de un intenso cólico abdominal, por una disentería crónica y una úlcera intestinal complicada.
Luchó infatigablemente por tratar de vivir, indicó la preparación de cerca de cuarenta productos diferentes que su más fiel discípulo Abu Obaid le suministraría según sus indicaciones.
Cuenta la historia que cuando supo que moriría, devolvió la libertad a su servidumbre y distribuyó todos sus bienes entre los pobres.
En el año 1037, falleció en el desierto (el Ramadán del año 428 de la Hégira), a los 57 años de edad, en plena madurez y con excelentes facultades mentales e intelectuales.
¨El príncipe de los médicos¨ fue enterrado en Hamadan (Persia) y se ha convertido en un lugar de peregrinaje.
En varios países de Europa y Asia se han erigido monumentos, museos y escuelas en su honor.