Avicena en el año 1012, a los 32 años, escribió el Canon de la Medicina, proviene del griego: ¨regla¨, conocido como «El Al-Qanum fi at-tibb», es el libro de medicina más conocido y estudiado por los conocedores e interesados en la materia en esa época. Abarcaba todo el saber de su tiempo e incluía análisis de tesis y preceptos de médicos más antiguos.
Fue considerado como «la Biblia de la Medicina».
El Canon completo fue traducido al latín, por Gerardo de Cremona, en la Escuela de Traductores de Toledo , entre 1150 y 1187, e impreso en hebreo en Milán en 1473, en latin lo fue en Venecia en 1527, y en Roma, en 1593, en la Typographia Medicea, recién creada por el Cardenal Fernando de Médicis.
Este compendio incomparable, que competía con La Biblia en cantidad de impresiones, fue alagado por su contenido, por su lenguaje literal y el uso de metáforas.
Se convirtió en el texto básico de las Escuelas de Medicina del oriente y occidente en el siglo XIII, específicamente en la Universidad de Salamanca en la educación médica española.
Hasta 1650, siguió siendo texto de estudio en las universidades de Montpellier y de Lovaina. En Viena y en Fráncfort del Oder en el siglo XVI el programa de estudios se basaba principalmente en el Canon y en el Ad Almansorem de al- Razi.
En escuelas de Europa fue imprescindible hasta inicios del siglo XIX e incluso en algunos países hasta el XX.
Componen el Canon cinco libros (kutub), cada uno de ellos sucesivamente dividido en disciplinas (funun), tratados (ta-alim), secciones (fusul) y capítulos (maqalat).
Muy directamente apoyado en Galeno.
Los cinco libros del Canon tienen los siguientes contenidos:
– Primero: Trata de los principios generales: define la medicina y su campo de acción; se ocupa luego de la constitución humana, la naturaleza de los órganos, la edad y el sexo, naturaleza y variedad de los humores y origen de éstos.
Enfermedades de los órganos, los músculos, los nervios, las arterias y las venas; facultades y funciones; las enfermedades y su etiología; signos y síntomas; el pulso; la orina; dietas para las diferentes edades; medicina preventiva; cuidado de las anormalidades temperamentales; efectos del clima, y tratamiento.
– Segundo: Este volumen consta de dos partes.
La primera trata la naturaleza de los remedios, mediante la experimentación y sus efectos.Se fijan en ella, las condiciones para la investigación relativa a los medicamentos, tales como experimentos en el cuerpo humano, carácter constante de los remedios frente a las alteraciones extrínsecas e intrínsecas, experiencias de tipo alopático y/o sobre enfermedades simples.
Determina si un medicamento es cualitativa y cuantitativamente apropiado a la naturaleza y la gravedad de la enfermedad, etcétera.
Asimismo se describen los principios generales relativos a la acción de los remedios y a los métodos de acopio y preservación de diversos productos medicamentosos. En la segunda parte se enumeran alfabéticamente 760 fármacos.
– Tercero: El volumen se ocupa de la etiología, síntomas, diagnóstico, prognosis y tratamiento sistemático de las enfermedades.
En él se describen enfermedades de la cabeza, tales como conformaciones anormales en el cerebro, cefalea, epilepsia, etc.; enfermedades de los ojos, la nariz, los oídos y la garganta; enfermedades de los sistemas digestivo y genitourinario; enfermedades de los músculos, las articulaciones y los pies.
– Cuarto: El cuarto volumen se refiere a las enfermedades generales.
La primera parte trata de las fiebres y su tratamiento y la segunda de forúnculos e hinchazones, lepra, cirugía menor, heridas y su tratamiento general, lesiones, úlceras e inflamaciones glandulares; la tercera de los venenos; y la cuarta del “cuidado de la belleza”.
– Quinto: Este volumen es un ¨aqrabadhin¨, palabra árabe que significa formulario. Notable predecesor de esta compilación es el formulario de al-Kindi. El de Ibn Sina contiene una descripción y prescripciones especiales y triacales ( preparados magistrales, generalmente contenían opio) , métodos para la preparación de píldoras, pesarios, polvos, supositorios, cocciones, confecciones, jarabes, elíxires, etc.; prescripciones para diversas enfermedades; pesos y medidas.
En esta, su obra médica «maestra», el sabio parece haberse adelantado en el tiempo y en el espacio, se refirió a aspectos de epidemiología y al hábitat del hombre como la fortaleza de los antiguos nativos, la lluvia, la pureza del aire, los vientos predominantes, la ventilación, los rayos del sol, el grado de humedad y otras condiciones atmosféricas.
Se ocupó de las características de los bosques, del suelo, de los pantanos, de la calidad y del estancamiento del agua, los minerales presentes en ella y enfatizó que la mejor agua es la de manantial, la proveniente de regiones altas y de lluvia, siendo importante que esté bien «purificada».
Se destaca su tesis relacionada con la transmisión de enfermedades por diversos microorganismos a través de esta, especialmente cuando el agua tiene mala calidad o está estancada o encerrada en pozos y pantanos, conllevando a enfermar el bazo, los pulmones, el estómago y ocasionalmente disentería, fiebre, várices, dolor de cabeza, cálculos, obstrucciones, ictericia y daños en la concepción y en el parto.
Avicena se anticipó también a las definiciones modernas de las ciencias médicas acerca de las infecciones de transmisión sexual, sus vías de contagio y la relación con prácticas desordenadas. También menciona que el equilibrio hidromineral que debe existir en el ser humano para el control de las funciones vitales de los aparatos o sistemas metabólico, cardiovascular, neurológico y digestivo.
Enumeró reglas que deben equilibrarse sobre la conservación y la prevención de la higiene del temperamento (medio interior); elección de los alimentos y las bebidas (higiene del medio ingerido); desinfección de las excreciones; desinfección del medio inhalado (atmósfera); higiene de la indumentaria; higiene de la actividad corporal e higiene de la actividad mental.
Escribió sobre la influencia positiva de la higiene y del baño frecuente en la salud de las poblaciones, de los efectos del ejercicio y del reposo sobre el cuerpo, regulando el calor innato según su frecuencia e intensidad, de la repercusión negativa del insomnio y la vigilia al «debilitar la digestión» e incrementar el apetito.
Consagró páginas del Canon a la protección y a la salud de los niños, reiterando en ellos la importancia de su alimentación, e inclusive de la lactancia y sus beneficios, así como de la cultura física desde edades tempranas como buenos medios para prevenir enfermedades.
Citó la influencia en el bienestar de salud y en la calidad de la digestión, de los alimentos, de las bebidas (calientes o frías), de sustancias corrosivas e irritantes y de los venenos de víbora, del plomo y del cianuro.
El Canon abunda en observaciones originales hechas por Ibn Sina a lo largo de su práctica médica, tales como la distinción entre la mediastinitis y la pleuresía, la índole contagiosa de la tisis, la contaminación de enfermedades por el agua y el suelo, las enfermedades y perversiones sexuales, las enfermedades nerviosas, la minuciosa descripción de las enfermedades de la piel.
Clasificó los alimentos, informó los beneficios de la yema de huevo, de las frutas, los cereales, el pan, el queso, la leche, la lenteja, de los vegetales como la lechuga o la berenjena y de las carnes de pato, pescado, caballo, ternera y cordero, sugiriendo consejos dietéticos saludables.
«La mayoría de las enfermedades son causadas únicamente por una serie prolongada y continuada de errores en la dieta y en el régimen», citó.
Hizo reflexiones sobre las propiedades antisépticas del alcohol, recomendando lavar las heridas con vino.
Avicena pensaba que el cuerpo humano es mortal, finito y que sólo la ignorancia haría sentir temor por la muerte.