La ocupación árabe de España influyó de manera importante en el desarrollo científico. La medicina en aquella época tenía una gran influencia de los autores clásicos, aunque empezaron a despuntar los médicos musulmanes Rhazes (al-Rhazi) y Avicena que influyeron de una manera muy destacada hasta el seiscientos.
Datos no concluyentes dicen que Abulcasis se trasladó a Bagdad para completar sus conocimientos de medicina, siendo ésta una costumbre frecuente entre los estudiantes musulmanes, ya que en esta ciudad estaba localizado, junto con Damasco, uno de los hospitales más importantes del Islam. Posteriormente desarrolló su trabajo en Córdoba y Medina Zahara.
Escribió un libro titulado Kitab al-tasrif li-man ayiza an al-talif, más conocido momo Kitab al-tasrif, Altasrif o Tasrif, en el que reúne todos sus conocimientos.
La parte quirúrgica de esta obra ha sido considerada, uno de los principales textos dedicados a la Cirugía de la Edad Media y por la cual el autor alcanza un lugar importante en la Historia de la Medicina.
La aparición en el siglo X de la figura de Abulcasis representa sin ninguna duda el comienzo del desarrollo de la Urología en España.
La descripción de las diferentes técnicas quirúrgicas y del instrumental utilizado así como las innovaciones introducidas para solucionar algunos aspectos de la patología urológica aumenta el interés en estudiar la obra de este médico cordobés.
La primera parte del tratado de cirugía está dedicado a la cura mediante el cauterio.
La llamada técnica de las ustiones ha sido citada por los clásicos y fue muy utilizada por la medicina árabe.
El cauterio lo va a utilizar en cirugía para ayudar a prevenir y manejar con más seguridad las hemorragias que se producen en el curso de una intervención quirúrgica y para tratar de manera correcta una herida o lesión que está infectada (corrompida).
Con el objeto de practicar la cauterización, propone una serie de instrumentos diseñados para aplicar el calor en las diversas partes del organismo según la afección que se esté tratando.
La patología urológica citada es la siguiente:
1) Imperforación uretral. Estenosis congénita de meato uretral.
Define esta patología de esta manera: la punta de su miembro viril no está perforada o la apertura es pequeña.
En el caso de que exista una imperforación o una estenosis importante, practica una incisión en la zona del meato mediante el spatumile subtili, seguido de la colocación de un clavo de plomo a modo de tutor. Si la estenosis no es importante recomienda realizar una dilatación con un clavo de plomo durante varios días, retirándolo únicamente para que el niño pueda orinar.
2) Hipospadias.
La referencia a esta patología es clara: la apertura (meato uretral) no está en su lugar, la apertura la tienen junto al final de la punta del pene, no pueden orinar hacia delante, elevan el pene con la mano hacia arriba y no tienen descendencia porque el esperma no llega a la matriz correctamente. Solo define la anomalía y no propone ningún tratamiento, incluso para aquellos que no pueden tener hijos debido a que eyaculan fuera de la vagina.
3) Lesiones inflamatorias en el prepucio y el glande. Albather.
El término albather se aplica en general a las lesiones inflamatorias y tumorales del pene, pudiendo englobar los chancros y todo tipo de lesiones infectadas. El autor las divide en benignas y malignas basándose en su aspecto o en la posible infección que presentan. Las benignas curan y se extirpan con mayor facilidad.
En cuanto a las lesiones malignas recomienda extirpar por completo lo ennegrecido y corrompido y utilizar el cauterio lunar, adaptado a la circunferencia del pene, si se produce una hemorragia.
En el caso que se produzca una pérdida parcial o total del glande, el autor da una gran importancia a la tutorización de la uretra para su correcta curación.
4) Adherencias balanoprepuciales.
Las adherencias se pueden producir en pacientes que tienen un prepucio sano y/o en los que presentan patología inflamatoria o infecciosa (herida o absceso). La solución de este proceso depende de la gravedad del cuadro y de la firmeza de las adherencias utilizando en los casos más complicados una espátula. Recomienda la colocación de un paño húmedo y curas posteriores para que no se vuelva a pegar.
5) Circuncisión.
Abulcasis cita en primer lugar algunas formas de practicar la circuncisión mediante la utilización de cuchillas y flebotomos para realizar el corte en el prepucio indicando los problemas que se pueden plantear con estas técnicas como son la sección asimétrica o irregular.
También se refiere al alfecati que es una especie de huso hueco en el centro con el que se intentaba practicar una sección regular y circular, introduciendo dentro del mismo el pene, aunque con el peligro de lesionar el glande.
Pero la innovación que introduce el autor es la utilización de unas tijeras para que el corte sea simétrico en las dos caras del prepucio, la externa y la interna, colocando previamente a la sección dos ligaduras en el prepucio. No realiza sutura de la incisión practicada.
6) Retención de orina.
No define la retención de orina, aunque si enumera las causas que la producen: un cálculo, coágulos de sangre, pus o un tumor carnoso.
En esta edición se llama siringa al instrumento con el que se procede a cateterizar la vejiga. En primer lugar, realiza la descripción de este tipo de sonda que debe ser de plata, ligera y hueca con una longitud de palmo y media y con un embudo en el extremo colocando en su interior un hilo de lana.
Podemos deducir que Abulcasis da una gran importancia a la lubricación, recomendando no solo aplicar materias lubricantes como aceite, manteca o clara de huevo en la sonda, sino también en el pene y en la vejiga (hipogastrio).
La técnica utilizada no difiere de descripciones anteriores. Introduce la sonda hasta llegar a la región bulbar y la dirige hacia el ombligo con objeto de conducirla por la curva de la uretra bulbar debiendo empujar hasta llegar al interior de la vejiga. Posteriormente se saca el hilo de lana para que salga la orina.
7) Forma de instilar líquidos en la vejiga.
Abulcasis describe por primera vez en la historia de la cirugía un método para introducir líquidos en la vejiga.
Esta actuación en la edición con la que trabajamos, recibe el nombre de clisterización y lo practica con dos instrumentos sin tener que introducir una sonda en vejiga:La clepshydra es un modelo de jeringa cuyo dibujo en esta edición es difícil de interpretar . Se trata de un tubo hueco y un émbolo con el que se proyecta el líquido colocado en su interior. El término clepshydra se refiere a un reloj de agua que consiste en un recipiente que deja gotear agua por su extremo inferior. En este capítulo Abulcasis cita a la clepshydra como un instrumento que era utilizado para arrojar nafta ardiendo, el llamado fuego griego, en las batallas navales.
El clisteris subtilis es un recipiente hecho de plata o auricalco (bronce, latón), utilizado para aplicar enemas, pero con la salida más estrecha se puede introducir por el meato uretral. Diseñado para que se pueda adaptar de la mejor manera posible entre dos esferas una bolsa hecha con vejiga de carnero o pergamino en la que se pone el líquido para la instilación.
Dado el espacio disponible completaremos el articulo en una segunda parte.