El juego es el inicio del proceso de formación deportiva.
Sus modalidades tanto universales como adaptables, responden a diferentes culturas, sexo y edades de quienes las realizan. Según (Sutton-Smith, 1997) el juego es un medio ideal para aprender las habilidades sociales necesarias para interactuar.
El juego cambia espectacularmente entre los dos y seis años. En estas etapas el juego es cada vez más activo. Mildred Parten (1932), categorizó , según sus observaciones, en cinco tipos de juegos y cada uno más social que el otro.
Estas son:
Juego solitario, ej. “jugar solos ignorando a los otros niños cercanos”.
Juego de espectador, ej. “un niño mira mientras otros juegan”
Juego paralelo, ej. “juegan con juguetes similares pero no interactúan”.
Juego asociativo, ej. “los niños interactúan, se observan y comparten”.
Juego cooperativo, ej. “los niños juegan juntos, creando y elaborando una actividad compartida”.
Es en este momento que los juegos con gran actividad motriz son los más indicados para los niños.
Las habilidades motoras, en sus etapas de desarrollo en los diferentes estadios, nos permiten percibir con obviedad la maduración neurológica, además de las imágenes encefálicas.
Cada destreza requiere varias capacidades distintas y todas ellas mejoran durante la segunda infancia. Estas capacidades como los ajustes perceptivos, el equilibrio, el control y la regulación del movimiento, se diferencian en cada momento debido a los niveles de mielinización de los centros nerviosos y sus interconexiones.
En relación a la coordinación, la mielinización favorece a la mejora del tiempo de reacción, la cual se acorta en algunos milisegundos cada año. A partir de los 20 años el tiempo de reacción se prolonga nuevamente y alrededor de los 60 a 81 años se sitúan en un nivel de rapidez similar a los de los 8 años.
Además, el cuerpo calloso mieliniza sus axones y conecta los hemisferios cerebrales a los ocho años, favoreciendo las coordinaciones motoras bilaterales. Se considera a nivel internacional, que es la etapa más sensible para el inicio del deporte infantil.
El crecimiento del deporte infantil en los últimos años, nos obliga a tomar conciencia y responsabilidad sobre este fenómeno.
Por ejemplo en 1939, la liga menor de beisbol tenía tres equipos de varones de 9 a 12 años, y hoy cuenta con 2,7 millones de niños que juegan beisbol y softbol en 180.000 equipos de 75 países, y 22.000 niños con discapacidades.
ETAPAS DEL APRENDIZAJE MOTOR EN EL DEPORTE:
STEFANO TAMORRI propone las siguientes características de las etapas del aprendizaje.
Etapa 1: lo más importante en esta etapa, es la de comprender cuando iniciar, como comportarnos, y a que prestar atención. Se denomina ETAPA VERBAL COGNITIVA.
Etapa 2: habiendo superado la comprensión, ahora debemos afinar la acción pasando del “qué hacer” al “como hacerlo” ETAPA DE LA COORDINACION FINA.
Etapa 3: después de mucha práctica, el individuo alcanza la tercera y última etapa de aprendizaje. En esta fase los programas motrices se encuentran bien desarrollados y se controlan con gran precisión. ETAPA DE LA AUTONOMIA.
Existe actualmente un cambio fundamental en la enseñanza del deporte, basada en la variabilidad de la práctica versus el mecanismo cerrado repetitivo de algunos años atrás.
En la infancia la variabilidad en los aspectos perceptivos motores es la base para los aprendizajes futuros. Algunos deportes, como el handbol dependen de un buen desarrollo de las habilidades básica, como el correr, saltar y lanzar,etc.
Pero otros, como el vóley dependen de los movimientos adquiridos y no transferidos por las habilidades básicas. Este deporte depende de todas habilidades ontogenéticas, y lo único que puede ser utilizado como patrones adquiridos anteriormente son los ajustes perceptivos con la pelota, pero no la habilidad motora del golpe de abajo.
A los docentes del siglo XXI debemos orientarlos con conceptos que hasta hace 30 años no se consideraban.
Enseñar el deporte es organizar programas motores que se consideran representaciones mentales depositadas en la memoria a largo plazo, es decir una memoria abstracta que precede y determina la acción y que contiene los patrones de las contracciones y distensiones musculares (Adams).