Difusión del conocimiento de las ciencias médicas

10/04/2024

Edward Jenner y “El Templo de la vacuna”

Por Prof. Mahmud Rosa Emine

. Lectura de 6 minutos

A finales del Siglo XVIII, la devastadora epidemia originada por la viruela, afectó a gran parte de Europa  causando la muerte de un tercio de la población inglesa.

Edward Jenner nació el 17 de mayo de 1749, fue el octavo hijo del reverendo Stephen Jenner, vicario de Berkeley, que falleció, al igual que su esposa, cuando él contaba 5 años de edad.

A los trece años comenzó a colaborar con un médico cirujano de Sodbury y en 1770 inició sus estudios en el Hospital San Jorge, en Londres, donde será discípulo del cirujano John Hunter.

En el 1778,  contrajo matrimonio con Catalina Kingscoke, mujer de salud delicada, que colaboró activamente en los trabajos de su marido, ejerciendo la medicina en Berkeley.

 Jenner constató un hecho que afectaba a los cuidadores del ganado vacuno que se dedicaban a ordeñar.

«Yo no puedo tener la viruela humana porque he padecido la viruela de las vacas», decía una ordeñadora de Berkeley en 1768, en presencia de Jenner.

Era una creencia popular que la infección, padecida por granjeros y lecheras por contagio de las vacas, proceso denominado cow pox (variolae vaccinae), enfermedad siempre benigna, era capaz de proporcionar una defensa eficaz contra la viruela humana, la small pox.

 Las vacas padecían en la piel de sus ubres una enfermedad pustulosa, “la viruela vacuna”, que se contagiaba a los ordeñadores, en quienes se manifestaba en sus manos como una, pústula que se recubría de costra, se acompañaba de fiebre ligera y malestar generalizado, y curaba pronto sin complicaciones.

Las personas que habían sufrido la viruela vacuna no padecían la viruela humana cuando esta aparecía en forma epidémica en la población.

 Las ordeñadoras de las vacas habían contraído una enfermedad «protectora» por contacto con esos animales, que las prevenía frente a la viruela, es decir, quedaban inmunizadas.

Jenner, realizó una experimentación sistemática tras la observación de que las personas habían adquirido una enfermedad protectora: inducía una enfermedad leve para proteger de una enfermedad grave.

Jenner intuyó que debía existir una relación entre la viruela de las vacas y la viruela humana.

Esta idea condujo sus investigaciones durante varios años, desde 1775, cuya culminación ocurrió el 14 de mayo de 1796 y el protagonista fue un niño de 8 años llamado James Phips, hijo de su jardinero.

Ese día Jenner tomó con una lanceta una parte del contenido de una pústula de viruela vacuna de la muñeca izquierda de una ordeñadora, Sarah Nelmes, y la inoculó en el brazo derecho de James Phipps mediante dos pequeñas incisiones.

A los 7 días de la inoculación, el niño comenzó a presentar manifestaciones clínicas de la enfermedad de las vacas, como malestar en la axila del brazo derecho, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y anorexia, y a los 9 días apareció una pústula en el lugar de las incisiones, que se cubrió de una costra, la cual se despegó al cabo de unas semanas y dejó una cicatriz.

Seis semanas más tarde, el 1 de julio, una vez curado James, Jenner recogió linfa de una de las pústulas de un enfermo de viruela humana y la inoculó en el otro brazo del niño, haciendo unas escarificaciones para asegurarse de su entrada en la sangre.

James no presentó manifestaciones de viruela.

De esta forma, se podía vencer esta terrible enfermedad y se iniciaba uno de los grandes capítulos de la medicina preventiva, con la primera vacuna frente a una enfermedad que hasta el momento es la única inmunoprevenible que ha sido erradicada en los humanos.

Unos meses después, para asegurarse aún más, Jenner volvió a inocular material de viruela en los brazos del niño, y de nuevo este no padeció la infección. Pasado algún tiempo, Jenner mandó construir en agradecimiento una pequeña casa para su abnegado paciente.

A partir de su descubrimiento empezó para Jenner un verdadero calvario de incomprensiones y desprecios, sucediéndose las discusiones entre los detractores y los propugnadores de la vacunación.

Jenner había tenido éxito, pero sus colegas no aceptaron su descubrimiento y tenían razones no para hacerlo, pues se ignoraba la existencia de los microorganismos patógenos y parecía arriesgado usar viruela de las vacas para inmunizar a los humanos.

Los médicos criticaron a Jenner, le juzgaron temerario y la Asociación Médica de Londres se opuso a la vacunación y lo expulsó de su seno , argumentando que la vacunación produciría graves daños a los vacunados.

Hubo críticas violentas e injuriosas. Un folleto publicado por el doctor Rowley contenía una viñeta en que se representaba a un niño con cabeza de buey, después de haber sido vacunado.

Algunos clérigos predicaban en los púlpitos que la vacuna era anticristiana.

La Royal Society de Londres rechazó su primer trabajo en 1797, que finalmente fue publicado en 1798 pagando Jenner la edición, en un libro titulado An inquiry into the causes and effects of the variolae vaccinae, a disease discovered in some of the Western countries of England, particularly Gloucestershire and known by the name of the cow-pox.

Jenner introduce el concepto de vacunación.

En 1803 creó en Londres la Royal Jennerian Society, encargada de la difusión de la vacuna que dio lugar a una disminución importante de la tasa de mortalidad por la viruela.

Las críticas se prolongaron durante veinte años y no terminaron hasta que Napoleón dio la orden de vacunar a todo su ejército en 1805.

Se difundió desde Inglaterra a Suiza y luego al resto de Europa y Norteamérica.

Jenner fue premiado por el Parlamento inglés con 10.000 libras esterlinas en 1802 y 20.000 en 1807.

Posteriormente la condesa de Berkeley y Lady Duce vacunaron a sus hijos con éxito y Jenner recibió ofertas para establecerse en Londres.

Rechazó la riqueza y prefirió permanecer en Berkeley, donde llevó una vida holgada.

Jenner recibió gran número de títulos de instituciones como la Sociedad de Medicina de París y el Instituto de Francia.

Su carácter altruista se puso de manifiesto en su actitud hacia los pobres de Berkeley, a los que vacunaba gratuitamente en un pabellón en el jardín de su vivienda, el “Templo de la vacuna”.

También vacunó a los vecinos de una aldea cercana, en principio hostiles a la vacunación, pero que cambiaron de opinión y pidieron vacunarse cuando su párroco, al observar los numerosos entierros de enfermos variolosos, les aconsejó que se vacunasen.

Jenner tuvo tres hijos: Eduardo, que falleció en 1810, Catalina y Roberto.

El final de su vida es bucólico: editó sus poesías y se dedicó a sus principales aficiones, la ornitología y el cultivo de plantas y flores.

Una anécdota ilustra bien el carácter de Jenner: regaló una casa a James Phips, el joven que aceptó ser vacunado por vez primera y él mismo cuidaba el jardín de la casa.

Escribió tres obras sobre la vacunación: An Inquiry Into the Causes and Effects of the Variolæ Vaccinæor Cow-Pox (1798); Further Observations on the Variolæ Vaccinæor Cow–pox (1799); A continuation Facts and Observations Relative to the Variolæ Vaccinæ, or Cow–pox (1800).

La difusión de la vacuna fue realizada por la Armada británica en sus territorios del Mediterráneo (Gibraltar, Menorca, Malta) y por los españoles gracias a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna hacia las colonias españolas de América y Filipinas, dirigida por el cirujano honorario de Carlos IV Francisco Javier Balmis y Berenguer (1753-1819).

En 1813 fue nombrado Doctor por la Universidad de Oxford, y 50 años después, en 1857, el Parlamento decretó que se erigiera un monumento al insigne médico y cirujano en Trafalgar Square, a la sombra del obelisco dedicado al almirante Nelson, fue trasladado a los jardines Kensington en 1862 por las presiones de los antivacunas.

Durante toda su vida Jenner se destacó por su amor a las ciencias de la naturaleza, sobre todo a la botánica y la ornitología; precisamente, uno de sus últimos trabajos fue un estudio sobre las migraciones estacionales de ciertas aves.

Jenner prosiguió su trabajo en favor de la vacuna, sin olvidar su propia actividad como médico y cirujano, hasta 1815, cuando la muerte de su esposa, enferma de tuberculosis, le afectó hasta tal punto que se retiró de la vida pública hasta su muerte, el 26 de enero de 1823,  en su pueblo natal víctima de un accidente vascular cerebral.

La vacunación fue durante un siglo una medida preventiva frente a una sola enfermedad, la viruela.

Edward Jenner, es, con todo merecimiento, el padre de la inmunología y de la vacunología, originado en la observación clínica de las ordeñadoras y la experimentación sistemática realizada con la inoculación del material de las pústulas.

Treinta años después de su muerte, la vacuna de la viruela se decretó obligatoria para toda la población inglesa.

Finalmente, en mayo de 1980, después del inmenso aporte de una vacuna sumado a otros innumerables esfuerzos de control sanitario mundial la viruela se transformó en la primera enfermedad infecciosa en declararse erradicada por la OMS.

Fuentes:

Asociación Española de Vacunología- https://vacunas.org/bicentenario-de-la-muerte-de-edward-jenner-padre-de-la-vacunologia-y-de-la-inmunologia/ Elsevier-https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-edward-jenner-e-ignaz-philipp-13126074?referer=buscador Elsevier-https://www.elsevier.es/es-revista-revista-medica-clinica-las-condes-202-articulo-edward-jenner-inglaterra-1749-1825–S0716864020300523

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