No existe salud sin una buena nutrición y sin salud no es posible un buen estado nutricional.
Para los seres humanos alimentarse significa mucho más que comer, alimentar a un niño significa mucho más que satisfacer su necesidad de comida.
La alimentación de un niño no se limita a cubrir sus necesidades nutricionales: es también uno de los factores más importantes para su crecimiento y desarrollo armónicos e integrales como persona.
Se trata de una verdadera experiencia de vida, de intercambio y reciprocidad, entre el pequeño y quien le brinda , además del alimento, cuidados y cariño.
Que los niños y niñas crezcan sanos, aprendan y se desarrollen, depende en gran medida de la alimentación que reciban en sus primeros años.
Mensajes:
1) Alimentar a los bebés nada más que con leche materna durante los primeros 6 meses y continuar amamantándolos hasta los 2 años y más.
2) A partir de los 6 meses es necesario complementar la leche materna, agregándole de a poco otros alimentos.
3) Es importante tomarse el tiempo suficiente para darles de comer bien y con tranquilidad.
4) Para evitar las enfermedades es importante cuidar la higiene de todos los días y, muy especialmente, en la alimentación infantil.
5) Cuando los niños se enferman, hay que darles de comer. ¡No hay que reducir ni suspender la lactancia ni la comida de un niño enfermo!
6) Cada cierto tiempo, todos los meses hasta que cumplen 6 meses, y luego cada dos meses hasta que cumplen 2 años, es muy importante controlar el crecimiento y desarrollo de los niños. Eso permite saber si están bien alimentados.
7) Acaricie a sus niños con ternura y demuéstreles siempre su amor, para que aprendan a vivir en armonía, paz y tranquilidad.
Lo mejor es la leche de mamá.
Alimentar a los bebés nada más que con leche materna durante los primeros 6 meses y conviene continuar amamantándolos hasta los 2 años y más.
- La leche materna es el mejor alimento; el más completo que puede recibir el niño menor de 6 meses. Le brinda al bebé todos los elementos que necesita para su crecimiento y desarrollo saludables.
- La leche de la madre está adaptada a las necesidades y posibilidades de su hijo y por ello se digiere más fácilmente que cualquier otra leche.
- Lo ideal es la Lactancia exclusiva, y debe ser el único alimento que reciba el niño durante los primeros 6 meses de su vida.
- La leche materna contiene todo el líquido que el bebe necesita durante los primeros 6 meses. No hay que darles agua, ni tecitos, ni jugos, ni otros líquidos.
- La lactancia materna favorece y fortalece la relación de afecto entre la mamá y el bebé; contribuye al desarrollo de niños capaces, seguros, y emocionalmente estables.
El contacto “piel a piel” es fundamental: ponerlo sobre el pecho en el momento de nacer y a mamar dentro de la primera hora de nacido.
- El calostro (primera leche de la mamá) es muy importante ya que lo defiende de las infecciones más comunes: El bebé necesita recibirlo, no se desecha.
- La leche materna es más segura e higiénica porque el niño la toma directamente de su mamá. Está disponible a toda hora, en cualquier lugar y se conserva bien dentro del pecho materno.
- La mamá le trasmite al bebé factores de protección (“anticuerpos”) que los protegen contra las enfermedades más comunes cuando son muy pequeños y hasta que sean capaces de formar sus propias defensas.
- Alimentar al bebé cada vez que lo pide, día y noche: esto es lo que se llama “lactancia a demanda”.
Los bebes piden cuando tienen hambre y esto favorece que la madre produzca la leche que su hijo necesita.
Para que la mamá pueda producir la leche que su bebé necesita, el niño debe mamar con frecuencia:
¡Esta es una de las Reglas de Oro de la lactancia!
Hay distintas posiciones para amamantar, es conveniente variar las posiciones para prevenir dificultades.
Es conveniente que: La mamá esté cómoda, con la espalda apoyada, el bebé sea llevado al pecho de la madre, y no el pecho al bebé, la cabeza y el cuerpo del bebé estén alineados con el abdomen de su mamá (“panza con panza”); que no estén curvados ni “enrollados”.
La cara del bebé debe estar frente al pecho de la mamá, su nariz contra el pezón, mirando a la madre., todo su cuerpo quede sostenido en el regazo materno (y no sólo la cabeza o las nalgas).
Es importante mirar al bebé a los ojos, a través de la mirada se intercambia afecto.
Baja producción de leche: cuanto más mame el bebé, más leche producirá la madre.
El bebé no debe recibir otra leche, alimento o bebida, porque así satisface su necesidad de succionar, se queda menos tiempo en el pecho, hay menor estímulo de succión y todo esto hace que se produzca menos leche.
Esta situación produce preocupación en la madre y, como consecuencia, tensión en el bebé, estableciéndose un “círculo vicioso” de intranquilidad.
En los primeros días, sobre todo, es mejor tratar de amamantar más seguido.
Aun si el bebé duerme, no deberían pasar más de tres horas sin amamantar.
Es importante dejar mamar al bebé el tiempo suficiente de cada pecho.
El propio niño es el que debe dejar un pecho, para pasar al otro. Esto tiene dos beneficios: asegura que el bebé tome la leche “del final”, que contiene más grasa (necesaria para él), y lograr que los dos pechos se vacíen y produzcan leche para la siguiente mamada.
El cansancio y/o el agotamiento disminuyen la producción de leche, el papá y el entorno familiar deben colaborar en las tareas del hogar, de manera que la mamá pueda descansar y hacer siestas cortas.
No es bueno que la mamá haga dietas.
Se sugiere que la alimentación de la mamá sea suficiente y saludable; por lo tanto, no es momento de seguir ningún tipo de “dietas” restrictivas.