La Medicina
Con la consolidación del cristianismo en Constantinopla, las prácticas médicas de la sociedad bizantina debieron adaptarse a unos cambios, producto de la interrelación de los saberes técnicos con las creencias mágico-paganas y la fe cristiana.
Se sabe que el cristianismo incidió de manera favorable en la Medicina secular o técnica, al favorecer la creación de las “casas para la atención de los enfermos”, que pueden considerarse las antecesoras de los hospitales, en el año 500 había tres en Constantinopla.
En estos lugares, se les brindaba hospedaje, alimentación y cuidados médicos a los extranjeros inmigrantes y a los enfermos pobres.
Los médicos eran experimentados y pertenecían a la nobleza imperial.
Eran contratados por un salario equivalente o menor, al salario mínimo de otros trabajadores de la época, pero a cambio, la práctica médica les permitía ganar prestigio y, por lo tanto, obtener mejores ganancias en su práctica privada.
Los médicos y los profesores, estaban exentos de cargas tributarias y pertenecían a una clase social privilegiada.
La legislación romana del imperio tenía políticas en salubridad pública, y las ciudades contaban con grandes letrinas de múltiples asientos, instalaciones de lavado de cuerpo y manos, sistemas de alcantarillado, acueductos y fuentes de agua potable, de carácter público.
Tipos de peste y síntomas
Basándose en el análisis del ADN de los huesos encontrados en las tumbas, el tipo de peste que asoló el Imperio bizantino durante el reinado de Justiniano fue la bubónica (Yersinia pestis), aunque es muy probable que también estuvieran presentes los otros dos tipos de peste, la neumónica y la septicémica.
Esta enfermedad se distingue, de otras epidemias infecciosas, por la inflamación característica de uno o varios ganglios linfáticos superficiales, acompañada de un intenso dolor, por lo cual, desde aquellos tiempos se denominó como Peste Bubónica.
La peste bubónica devastó la Europa del siglo XIV (más conocida como la peste negra) y mató a más de 50 millones de personas, casi la mitad de la población del continente.
Procopio, en su Historia secreta, describe a las víctimas sufriendo delirios, pesadillas, fiebres e hinchazones en la ingle, las axilas y detrás de las orejas. Relata que, mientras algunos enfermos entraban en coma, otros sufrían delirios intensos.
Muchas víctimas sufrían durante días antes de morir, mientras que otras morían casi inmediatamente después de la aparición de los síntomas.
La descripción de la enfermedad que hace Procopio confirma casi con toda seguridad la presencia de la peste bubónica como principal responsable del brote.
Culpó del brote al emperador, declarando que Justiniano era un demonio o que el emperador estaba siendo castigado por Dios por sus malas costumbres.
Origen y transmisión
Su origen parece estar en importantes enclaves comerciales del continente africano. Aunque hay teorías que apuntan a Asia (China e India) y a su expansión por vías comerciales, como la ruta de la seda, se sabe que desde ciudades como Rhapta, en Tanzania, que comerciaban con árabes de Yemen.
Así como, con Opone, actual Ras Hafun, Essina y Toniki, en Somalia, fueron azotadas por la peste de Justiniano.
De ahí, se trasladó a través de los distintos puertos de las ciudades hasta Pelasio, en Egipto, donde comenzaron los devastadores efectos de la plaga.
En ese momento Bizancio seguía comerciando con África productos de gran valor, como piedras preciosas, marfil, o esclavos, fue así que el comercio, que daba riqueza al imperio fue el vehículo en el que viajó la enfermedad.
El medio de transmisión de la peste fue la rata negra (Rattus rattus), que viajaba en los barcos con mercaderías y en carros de grano enviados a Constantinopla como tributo.
En el siglo VIII d.C., el norte de África era la principal fuente de grano para el imperio, junto con otros productos como papel, aceite, marfil y esclavos.
Almacenado en vastos depósitos, el grano constituía un caldo de cultivo perfecto para las pulgas y las ratas, cruciales para la transmisión de la peste.
Al picar a un paciente infectado, las pulgas o piojos pueden infectarse y transmitir la bacteria a otras personas.
William Rosen, en El fin del Imperio romano: La primera gran peste de la era global, sostiene que, si bien las ratas son conocidas por comer casi cualquier cosa (incluida materia vegetal y pequeños animales), el grano es su comida favorita.
Las ratas no suelen alejarse más de 200 metros de su lugar de nacimiento a lo largo de su vida,
Sin embargo, una vez a bordo de los barcos y carros de grano, las ratas eran transportadas por todo el imperio.
“Las pulgas, las ratas negras y la yersina pestis”.
El clima
Según el historiador Colin Barras, Procopio registró los cambios climáticos que se estaban produciendo en el sur de Italia durante ese período: incidentes inusuales de nieve y heladas en pleno verano; temperaturas por debajo de la media; y una disminución de la insolación.
Así comenzó una ola de frío que duró décadas, acompañada de trastornos sociales, guerras y el primer brote de peste del que se tiene constancia.
El clima más frío de lo habitual afectó las cosechas y provocó una escasez de alimentos que dio lugar a desplazamientos de población por toda la región.
El frío, el cansancio y el hambre de la gente que se desplazaba, combinados con enfermedades y dolencias en medio de la guerra, así como el aumento de la población de ratas portadoras de una enfermedad altamente infecciosa, crearon las condiciones perfectas para una epidemia.
Propagación
Según Procopio de Cesarea en Historia de las Guerras I “se propagó en dos direcciones: hacia Alejandría y el resto de Egipto y otra parte fue a sus vecinos los palestinos. Desde allí, recorrió toda la Tierra” hasta llegar a Constantinopla en la primavera del 541 d.C.
Posteriormente se expandió por otras zonas como Hispania a través de los puertos del litoral mediterráneo, por las rutas comerciales del Guadiana y del Guadalquivir, y por la Galia a través de la provincia narbonense.
En el 542, el historiador Gregorio de Tours narra que la enfermedad llegó al territorio franco por el comercio a través del puerto de Marsella, y de ahí se extendió por toda la Galia e Hispania.
Dado el espacio asignado continuamos desarrollando esta presentación en forma independiente.