Dieta mínima aceptable
Los principios rectores de la OMS sobre la alimentación del niño amamantado y no amamantado recomiendan que los niños y las niñas de entre 6 y 23 meses reciban comidas con una frecuencia adecuada y con una variedad suficiente para asegurar, que se satisfagan sus necesidades de energía y nutrientes (OMS).
Este indicador combina información sobre diversidad alimentaria mínima y frecuencia mínima de comidas, con el requisito adicional de que los niños y las niñas no amamantados hayan recibido leche al menos dos veces el día anterior.
Se calcula como el porcentaje de niños y niñas de 6 a 23 meses de edad que consumieron una dieta mínima aceptable durante el día anterior.
Se observó que la dieta mínima aceptable fue adecuada en la mitad de los niños y las niñas no amamantados (47,8%) y en el 54,9% del grupo de amamantados; y en general, 52,9% de los niños y las niñas tuvieron una dieta mínima aceptable.
Consumo de huevo y/o carne
Estos principios rectores para la alimentación de niños amamantados y no amamantados establecen que “la carne, las aves, el pescado o los huevos deben consumirse diariamente o con la mayor frecuencia posible” (OMS).
Existe evidencia de que quienes consumen huevos y alimentos cárnicos tienen una mayor ingesta de diversos nutrientes importantes para un crecimiento lineal óptimo.
El consumo de huevos se asocia con una mayor ingesta de energía, proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas B12 y D, fósforo y selenio, y con una mayor longitud corporal.
La introducción de la carne como alimento complementario temprano para los lactantes se asoció con una mejor ingesta de proteínas y zinc.
También hay pruebas de una baja prevalencia del consumo de huevos y carne en muchos países.
Este indicador se calcula como el porcentaje de niños y niñas de 6 a 23 meses de edad que consumieron huevos y/o carne durante el día anterior.
El 81,1% de los niños y las niñas consumió carnes y/o huevo el día anterior, sin diferencias entre las distintas variables socioeconómicas.
Consumo de bebidas endulzadas
La OMS desaconseja para la alimentación complementaria dar a niños y niñas bebidas dulces, como gaseosas, ya que solo aportan energía y pueden desplazar a alimentos más nutritivos.
Un mayor consumo de bebidas azucaradas se asocia con un mayor riesgo de obesidad entre niños de todas las edades y la introducción temprana de dichas bebidas (antes de los 12 meses) se asocia con la obesidad a los 6 años de edad.
El consumo de bebidas endulzadas es común en muchos países, independientemente del nivel de ingresos.
Las que se producen comercialmente también son comunes en muchos países de ingresos bajos y medianos.
Su consumo durante el periodo de alimentación complementaria se asocia con un mayor riesgo de obesidad en la infancia.
También existe una asociación positiva entre la ingesta de jugo cien por ciento de fruta y el peso para la longitud del lactante y el índice de masa corporal, y entre el consumo de azúcares libres, incluidos las de jugos naturales y las bebidas azucaradas, con un mayor riesgo de caries.
El indicador evalúa el porcentaje de niños de 6 a 23 meses de edad que consumieron una bebida dulce durante el día anterior (OMS)).
Más de la mitad (55,6%) consumió bebidas dulces; entre las que consumieron se encuentran: yogur bebible, líquido (41,1%); azúcar agregada en la leche, infusiones, preparaciones (20,8%); gaseosas o aguas saborizadas (16,4%); jugos comerciales o bebidas deportivas (6,9%); leche chocolatada o saborizadas (3,7%).
Consumo de alimentos no saludables
En muchos países de bajos y medianos ingresos los patrones alimentarios están cambiando hacia una mayor ingesta de azúcares agregados, grasas no saludables, sal y carbohidratos refinados.
Los alimentos preparados comercialmente suelen ser pobres en nutrientes y ricos en energía, sal, azúcar y ácidos grasos saturados y/o trans.
Los marcos normativos indican la necesidad de evitar o limitar este tipo de alimentos en la alimentación de niños y niñas.
En la primera parte de este tema encontrará contenido complementario