El objetivo buscado es minimizar su impacto al medio ambiente donde desarrollan sus actividades de producción, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida de los habitantes de los alrededores.
Nuestra responsabilidad va más allá de nuestras acciones individuales. Todo lo que hacemos repercute, de un modo u otro, en la vida de los demás. Así entendemos nuestra propia responsabilidad social, un tipo de responsabilidad que nos vincula con el mundo a título individual.
En la década de 1970 comienza a ponerse de manifiesto la preocupación por la cuestión ambiental; la conferencia convocada por la ONU en Estocolmo en 1972 y, especialmente, la publicación del Club de Roma sobre “Los límites del crecimiento” presentaban un diagnóstico alarmista y de consecuencias lejanas.
En las décadas siguientes continuaron los llamados a la reflexión sobre el cambio ambiental y sus consecuencias (Cumbre Mundial de Río de Janeiro en 1992 y Protocolo de Kyoto en 1997) no obstante la euforia de la globalización opacó la preocupación. En el nuevo siglo, la realidad indica que el contrato básico del hombre con el ecosistema parece roto definitivamente.
Por esto, la preocupación por el medioambiente se ha convertido en uno de los puntos estratégicos de muchas empresas, teniendo en cuenta que si no cuidamos el planeta, las consecuencias pueden ser devastadoras.
En 1988, se alertaba a la población mundial sobre los peligros del calentamiento global. La Organización Meteorológica Mundial y Naciones Unidas para el Medio Ambiente crearon una asociación internacional sobre el cambio climático, a través de la cual se pedía a la comunidad internacional que adoptara las medidas necesarias para evitar o minimizar los efectos del sobrecalentamiento.
En el año 2004 se lanzó la Red Argentina del Pacto Global de Naciones Unidas, siendo la iniciativa de responsabilidad social corporativa más grande del país, con la presencia de más 650 participantes y con presencia en 20 provincias.
El objetivo de esta iniciativa es movilizar al sector empresarial, y al resto de los actores. a comprometerse con 10 principios universales de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible.
En la actualidad, se puede apreciar un alarmante deterioro en el ambiente, el cual ha sido causado por el mal manejo de los actos operacionales que han realizado las empresas a lo largo de su trayectoria y los residuos mal manipulados por parte de los consumidores, los cuales han provocado contaminación, escasez de recursos, cambio climático y destrucción de hábitats naturales, provocando repercusiones y efectos negativos en el medio ambiente.
La definición oficial de la Convención de las Naciones Unidas sobre el cambio climático incluye la frase “es atribuible directa o indirectamente a la actividad humana” y aclara que dicho cambio “se suma a la variabilidad climática natural” observada en periodos temporales comparables.
Por eso, resulta fundamental, concientizarnos y concientizar de la importancia de los pequeños gestos y acciones cotidianas, los cuales, pese a que en apariencia pasan desapercibidos, a largo plazo adquieren un papel preponderante.
Uno de nuestros compromisos es enseñar a las siguientes generaciones a reciclar, a utilizar menos papel, a llevar bolsas de tela al supermercado, y predicar con nuestro ejemplo en el día a día.
Si estas buenas prácticas las trasladamos al sector empresarial, nos encontramos con las políticas de responsabilidad social ambiental, que son el manual de actuación para cuidar el planeta.