En los últimos años se ha producido un creciente interés público y clínico por el posible uso terapéutico de una serie de sustancias psicodélicas, incluidas algunas sustancias nuevas y poco conocidas.
Un número cada vez mayor de estudios clínicos están explorando el potencial de una variedad de sustancias psicodélicas para diferentes trastornos de salud mental.
Algunas investigaciones parecen prometedoras; sin embargo, es difícil generalizar en esta área, debido al gran número de sustancias que se están analizando y a la amplia gama de trastornos que se están estudiando.
En Europa, hay indicios de cambios en los patrones de consumo de psicodélicos, incluido un aumento de prácticas no reguladas o ilegales en las que se utilizan estas sustancias como parte de una intervención orientada al bienestar, terapéutica o espiritual (EMCDDA, 2023).
Clasificación
Existen diferentes formas de clasificar las sustancias psicodélicas, generalmente determinadas por sus mecanismos de acción (es decir, cómo funcionan en el cerebro).
Una forma común de clasificar estas sustancias, en particular en los ensayos clínicos que involucran psicodélicos para trastornos de salud mental, es dividirlas en psicodélicos serotoninérgicos típicos (o clásicos) y psicodélicos atípicos (EMA, 2023).
También se han propuesto otras categorizaciones, como separar las sustancias psicodélicas de las drogas disociativas y «otras» sustancias que afectan varias funciones cerebrales y pueden causar efectos psicodélicos y/o disociativos (NIDA, 2023).
Los psicodélicos serotoninérgicos típicos o clásicos generalmente incluyen, pero no se limitan a:
- LSD (dietilamida del ácido lisérgico).
- Psilocibina (a veces denominada «hongos mágicos»).
- DMT (N,N-Dimetiltriptamina, un componente de la ‘ayahuasca’ y/o ‘yagé’).
- 5-MeO-DMT (5-Metoxi-DMT, un componente del veneno de Bufo alvarius o ‘yoppo’).
- Mescalina (a veces denominada ‘peyote’ o ‘San Pedro’).
Los psicodélicos atípicos generalmente incluyen, pero no se limitan a:
- anestésicos disociativos, o simplemente disociativos, como la ketamina, la esketamina y la fenciclidina (PCP, también conocida como «polvo de ángel») y sus análogos, así como el dextrometorfano (DXM).
- entactógenos, por ejemplo, MDMA (éxtasis).
- Ibogaína.
- salvinorina (a veces denominada «menta mágica»).
Los psicodélicos clásicos actúan sobre el sistema serotoninérgico del cerebro como agonistas de los receptores de serotonina tipo 2A (5HT-2A).
Producen efectos que afectan la percepción, el estado de ánimo y la cognición, y pueden causar distorsiones visuales, experiencias sensoriales alteradas y una sensación de conciencia expandida, lo que contribuye a un efecto complejo y multifacético que a menudo se denomina «estado alterado de conciencia».
Sin embargo, los efectos subjetivos varían mucho según la dosis, pero también entre individuos y de un episodio de consumo a otro dentro de la misma persona.
Los psicodélicos atípicos comparten algunos de los efectos psicoactivos de los psicodélicos típicos o clásicos, pero tienen un mecanismo de acción farmacológico distinto.
Si bien los psicodélicos atípicos también pueden inducir estados alterados de conciencia, la experiencia subjetiva también puede ser cualitativamente distinta de la inducida por los psicodélicos típicos o clásicos (Yaden y Griffiths, 2021).
Hasta la fecha, los psicodélicos más comúnmente probados para los trastornos de salud mental han sido la (es)ketamina, la psilocibina, la MDMA, la DMT (incluida la 5-MeO-DMT) y el LSD.
También existen varios psicodélicos sintéticos nuevos, UE 39 fenetilaminas y 25 triptaminas, a los que a veces se denomina «psicodélicos de diseño», pero actualmente hay poca información sobre sus riesgos para la salud pública.
Regulación y control
En la actualidad, tres convenciones de las Naciones Unidas describen el marco básico para controlar la producción, el comercio y la posesión de varios cientos de sustancias psicoactivas (la mayoría de las cuales tienen un uso médico reconocido).
Con algunas excepciones, la mayoría de las sustancias psicodélicas típicas y atípicas están controladas en la Lista I del Convenio de las Naciones Unidas sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971 (Naciones Unidas, 1971), que exige a los países que adopten medidas nacionales que incluyan sanciones para las acciones no autorizadas.
Estas convenciones han sido firmadas por todos los Estados miembros de la UE.
La ketamina no ha sido incluida en las convenciones de las Naciones Unidas.
Patrones de consumo en Europa
Los datos disponibles sugieren que, en general, la prevalencia del consumo de la mayoría de los psicodélicos serotoninérgicos clásicos sigue siendo baja en Europa.
Entre los adultos jóvenes (de 15 a 34 años), las encuestas nacionales recientes muestran que las estimaciones de prevalencia del año pasado tanto para el LSD como para los hongos alucinógenos (generalmente psilocibina) fueron iguales o inferiores al 1 %, aunque existen diferencias entre países (EMCDDA, 2024).
Las estimaciones recientes de la prevalencia del consumo de ketamina, un psicodélico disociativo atípico, entre los adultos jóvenes oscilan entre el 0,8 % en Rumanía (de 15 a 34 años en 2019) y el 0,9 % en Dinamarca (de 16 a 34 años en 2023) (EMCDDA, 2024).
Una salvedad importante es que los psicodélicos clásicos y la mayoría de los psicodélicos atípicos no están bien controlados por los sistemas de vigilancia existentes, lo que significa que es difícil hacer comentarios con confianza sobre la prevalencia del consumo y las tendencias recientes.
Sin embargo, la información disponible sugiere que en algunos países, subgrupos o entornos, el consumo de algunas de estas sustancias se ha vuelto más común (EMCDDA, 2024). Por ejemplo, los Países Bajos han informado de que el consumo de ketamina y MDMA ha aumentado entre los jóvenes en entornos de ocio nocturno (EMCDDA, 2024).
Las encuestas de población general realizadas por 26 Estados miembros de la UE entre 2015 y 2023 sugieren que 2,2 millones de adultos jóvenes (de 15 a 34 años) consumieron MDMA en el último año (el 2,2 % de este grupo de edad) (EMCDDA, 2024).
Está aumentando el consumo de psicodélicos por motivos de bienestar, terapéuticos o de orientación espiritual.
Estos consumos parecen tener lugar a menudo en «retiros psicodélicos«.
Además, se ha informado de que la «microdosificación» de psicodélicos puede estar aumentando en Europa, también por razones de bienestar, terapéuticas o de desarrollo personal.
No existe un consenso científico sobre lo que implica la microdosificación (Kuypers et al., 2019), y se sabe poco sobre los posibles riesgos o beneficios para la salud.
Parece que este patrón de uso implica consumir una pequeña dosis de una sustancia psicodélica, como el LSD o la psilocibina, de forma periódica para lograr efectos cognitivos o de mejora del estado de ánimo.
Uso de psicodélicos
Las sustancias psicodélicas se utilizan en diversos contextos y por diferentes motivos.
Esto incluye el uso en entornos recreativos entre personas que consumen drogas; por razones religiosas, espirituales y culturales; y entre ciertos grupos indígenas y no indígenas.
Varias sustancias psicodélicas clásicas, como la DMT (en forma de ayahuasca) y la mescalina, tienen una larga historia de uso ritual y/o religioso en prácticas colectivas entre grupos indígenas y no indígenas de todo el mundo (particularmente en América Latina) (NIDA, 2023).
Dado el espacio asignado continuamos esta presentación en forma independiente.