Un sistema energético bien establecido apoya todos los sectores: la empresa, la medicina, la educación, la agricultura, las infraestructuras, las comunicaciones y la alta tecnología.
En cambio, la falta de acceso al suministro de energía y a sistemas de transformación es un obstáculo para el desarrollo humano y económico.
Durante muchos decenios, los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas han sido las principales fuentes de producción de electricidad, pero la quema de combustibles con alto contenido en carbono ha producido grandes cantidades de gases de efecto invernadero, contribuyendo al cambio climático y generando efectos perjudiciales para el bienestar de la población y el medio ambiente.
Esto afecta a todos, y no solo a unos pocos.
El consumo de electricidad a nivel mundial está aumentando rápidamente, por tanto, sin un suministro estable de electricidad, los países no podrán impulsar sus economías.
Más de 1.200 millones de personas —una de cada cinco personas de la población mundial— viven sin electricidad. La mayoría se concentra en una docena de países de África y Asia.
Sin electricidad, las mujeres y las niñas tienen que dedicar horas a ir en busca de agua, las clínicas no pueden almacenar vacunas para los niños, los escolares no pueden hacer los deberes durante la noche y los empresarios no pueden dirigir empresas competitivas.
Otros 2.800 millones de personas dependen de la leña, el carbón vegetal, el estiércol y la hulla, para cocinar y calentarse, lo que provoca más de 4 millones de muertes prematuras al año por contaminación del aire en locales cerrados.
Para alcanzar el ODS7- energía sostenible, no contaminante- para el 2030, es necesario invertir en fuentes de energía limpia( solar, eólica y térmica) y mejorar la productividad energética.
Para contar con energía limpia en todos los países en desarrollo, es necesario expandir la infraestructura y mejorar la tecnología.
Esto es un objetivo crucial para estimular el crecimiento y a la vez, ayudar al medio ambiente.
En Argentina:
El gobierno nacional argentino asumió el compromiso de implementar la agenda 2030 y adaptar, a la realidad nacional, los ambiciosos objetivos mundiales.El Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales (CNCPS) es el organismo responsable de coordinar y articular a todos los ministerios públicos al proceso de adaptación de las metas de los ODS a la realidad.
Metas ODS7 hasta el 2030:
- Garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos
- Aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de las fuentes energéticas.
En promedio, el 9,7% de la demanda eléctrica del país fue abastecida por fuentes renovables durante el año pasado.
El 8 de diciembre del 2020 se alcanzó el pico histórico, logrando alcanzar el 23,3% del total de de ese origen.
Durante el año, se habilitaron 39 proyectos en 11 provincias, que añadieron 1.524 MW a la potencia instalada, con un incremento del 58% respecto al año anterior.
Este aumento se halla en línea con el objetivo de cubrir el 20% de la demanda eléctrica en 2025, establecido por la Ley 27.191, sancionada en forma unánime por el Congreso Nacional en 2015.
En perspectiva, el crecimiento del sector se ha acelerado, esto lo demuestra que en Julio del 2018 las fuentes renovables representaban menos del 2% del total.
Datos destacables:
El 13% de la población mundial aún no tiene acceso a servicios modernos de electricidad.
En 2015, el 17,5% del consumo final de energía fue de energías renovables.
Los países pueden acelerar la transición a un sistema energético asequible, fiable y sostenible, invirtiendo en recursos energéticos renovables, dando prioridad a las prácticas de alto rendimiento energético y adoptando tecnologías e infraestructuras de energía no contaminante.
Todos podemos ahorrar electricidad enchufando los aparatos, incluido el ordenador, en una zapatilla eléctrica, y apagándolos completamente cuando no se usan, también podemos ir en bicicleta, caminar o utilizar el transporte público para reducir las emisiones de carbono.
La alerta climática planteada por la comunidad científica ha hecho que, en el horizonte 2020- 2050, las emisiones de CO2 se constituyan como el principal vector de transformación del sector de la energético.
La descarbonización sistemática y profunda del sistema energético es la prioridad del horizonte político para alcanzar en el siglo XXI.