UNICEF Argentina presentó una nueva estimación de la pobreza infantil en el país y adelantó los resultados de la segunda encuesta nacional de impacto del COVID-19 en familias con niñas, niños y adolescentes. Las nuevas estimaciones del organismo alertan que, entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020, la cantidad de chicas y chicos pobres pasaron de 7 a 8,3 millones.
Las nuevas proyecciones alertan que, en diciembre del 2020, el porcentaje de niños y niñas pobres alcanzó el 62,9%.
UNICEF basa sus cálculos en datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) y pronósticos del Producto Bruto Interno (PBI), provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI). El 24 de junio del 2020 el FMI presentó las nuevas proyecciones por países y, en consecuencia, la actualización muestra un incremento de casi 5 puntos respecto a los niveles de pobreza infantil estimados en mayo de 2020 (58,6%) al 62,9% actual.
Una de las variables en las que impacta con más fuerza la disminución de los ingresos en los sectores vulnerables, es en el consumo de alimentos. El porcentaje de hogares encuestados que dejó de comprar algún alimento por no tener dinero disminuyó levemente del 28 al 26%.
No obstante, la concurrencia a comedores populares aumentó (pasó del 8% al 10%) y mejoró notablemente el acceso: en abril el 8% de las personas que concurrieron a un comedor reportaron problemas para acceder o retirar viandas; en julio este porcentaje se redujo al 1%.
Las dos encuestas de UNICEF marcan una situación más crítica en los barrios populares.Las comunas en que se detectaron problemas graves de alimentación de los niños están centradas fundamentalmente en el NOA, el NEA y el conurbano bonaerense.
“El coronavirus afecta la vida de los chicos y las chicas de todas las clases sociales, pero en las familias más pobres el impacto es mucho mayor”, afirmó Sebastián Waisgrais, Especialista en Inclusión Social de UNICEF.
El Plan Sumar del Ministerio de Salud –que se sustentó para armar el mapeo– presentó un registro de 1.795.653 niños y niñas entre 0 y 19 años de edad.
Son más de 110.000 niños que padecen desnutrición infantil, hay 260.700 que tienen sobrepeso y 170.000 chicos con problemas de obesidad; del total, 822.541 son niños y niñas de 0 a 5 años de edad, de los cuales 75.288 presentan baja talla, 24.528 bajo peso. En tanto que 122.225 niños y niñas presentan problemas de malnutrición por exceso (sobrepeso y obesidad).
Con datos de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, Lorena Allemandi , explica que “Argentina es uno de los países con mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad en la región”, con un porcentaje total de personas con de exceso de peso de 67,9%.
En cuanto a la desigualdad, explica que “los grupos sociales de menos ingresos son los que más obesidad presentan, hay un 21% más en el quintil de menor ingreso en esta población”.
“Son números de Argentina, pero se repiten en la mayoría de los países del mundo. De ahí la importancia de hacer foco en la inequidad y el recomendar a los estados que implementen políticas para mejorar los entornos alimentarios”, concluye.
Por su parte, el jefe del servicio de Nutrición del Hospital de Clínicas y titular de la cátedra del tema en la Facultad de Medicina, Doctor Gustavo Frechtel, coincide en la relevancia del problema y puntualiza que “el sobrepeso y la obesidad están impactando a nivel de niños y de adolescentes”. “Esto viene acompañado de problemas cardiovasculares y la diabetes de tipo 2.
¨Hay una curva paralela entre la obesidad y la diabetes que van de la mano y cada vez están apareciendo a edades más tempranas”, afirma.
¨Los chicos panzones, que comen básicamente harinas, de más fácil acceso, es un tipo de desnutrición que está creciendo.¨ Gustavo Frechtel.
El problema está en el déficit de talla y en el sobrepeso, que sobrepasan en mucho los valores esperables. En estos chicos de talla baja que no desarrollaron su potencial genético de altura está el hambre marcada en el cuerpo, porque es desnutrición crónica.
Han comido pero han comido mal, y cuando su cuerpo pegó el estirón no tenían los micronutrientes necesarios para soportar ese crecimiento y este déficit de talla se ve en las líneas de detenimiento de crecimiento en los huesos largos. Los chicos quedan acortados porque les faltó calcio, hierro y un montón de micronutrientes que en nuestras sociedades son caros.
Para tener hierro o zinc hay que comer carne y para tener calcio hay que comer lácteos. Estos nutrientes en nuestra sociedad están en alimentos que son relativamente caros frente al pan, los fideos o la polenta.
¿Los chicos comieron? Si, pero comieron pan, papa, fideos, torta frita y nada del resto, entonces tenemos chicos malnutridos por exceso, son gorditos, pero cuando llegan al hospital público y se hacen análisis de sangre son anémicos, esconden en su gordura todas sus carencias.
“La Ley de Promoción de la Alimentación Saludable¨ tiene enormes fortalezas porque abarca los aspectos sustantivos necesarios, el etiquetado de advertencias, la regulación de publicidad y la protección de los entornos escolares de los productos no saludables”. Todas ellas recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud y de la Organización Mundial de la Salud”.
En estos términos se expresó el Dr. Sebastián Laspiur, Consultor Nacional de Enfermedades No Transmisibles de la OPS/OMS en la Argentina, al cerrar la serie de intervenciones de referentes de diversos sectores durante una nueva reunión informativa con integrantes de las Comisiones de Legislación General, de Acción Social y Salud Pública, de Defensa del Consumidor, del Usuario y de la Competencia, y de Industria de la Cámara de Diputados de la Nación realizada en videoconferencia el 23 de febrero.
Se refirió a la gravedad del problema de salud que implica el sobrepeso y la obesidad y explicó que el mismo está directamente asociado al “consumo de productos ultraprocesados con alta cantidad de azúcares, sodio y grasas.
¨En Argentina la mala alimentación se traduce en 140 mil muertes al año”.
En nuestro país se consumen azúcares, sodio y grasas saturadas, superando los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud y, en este sentido, dijo “triplicamos en muchos casos el consumo de azúcar, duplicamos el consumo de sal y consumimos la mitad de lo recomendado respecto de las frutas y verduras”.
Se refirió a la armonización del modelo de perfil de nutrientes de OPS con los lineamientos establecidos en las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) y explicó que no entran en contradicción.
Hay suficiente evidencia científica mundial y en nuestro país que demuestra la causalidad entre el consumo de los alimentos industriales con exceso de azúcares, calorías, grasas saturadas y sodio y la obesidad.
En nuestro país los lactantes y preescolares, del quinto quintil de ingreso, consumen entre el 33% y el 41% de la energía total diaria en base a alimentos ultraprocesados, los menores de 18 años ingieren más alimentos no recomendados («chatarra») que los adultos.
El acceso y la demanda de estos productos lo realizan niños y niñas que ni siquiera adquirieron la lectoescritura, pero que los reconocen por la publicidad dirigida para ellos, etapa en las que se establecen las preferencias alimentarias.
Hasta niños pequeños padecen hipertensión arterial, hígado graso, hipercolesterolemia, mayor compromiso respiratorio, trastornos del sueño, entre otras patologías, como consecuencia de la obesidad.
El Centro de Prevención y Control de las Enfermedades de Estados Unidos (CDC) desde hace más de una década ha comunicado que por primera vez la expectativa de vida es menor la de los hijos que la de los padres a raíz de la obesidad.
Un adecuado entendimiento de las características que adquiere el fenómeno en Argentina es de vital importancia para un diseño efectivo de políticas públicas.
Es por ello que es necesario un análisis multidisciplinario de las causas y consecuencias de la malnutrición en el país.